Al menos 2297 periodistas y personal de los medios de comunicación han sido asesinados en el mundo desde 1990, de los cuales más de 800 pertenecen al continente americano. La cifra ha sido revelada en el Informe Anual de la Federación Internacional de Periodistas (FIP) que también ha establecido que los países más peligrosos para el ejercicio del periodismo han sido México, Colombia, Honduras, El Salvador y Guatemala. La mayoría de las muertes corresponden con homicidios selectivos, incidentes fuego cruzado y ataques con bombas. También incluyen a los que perdieron la vida violentamente por causas ajenas al ejercicio de su profesión.
“Los periodistas en general, tienden a evitar convertirse en historias ellos mismos y sus asuntos personales rara vez aparecen en los titulares de los medios de comunicación. Por desgracia, las pocas ocasiones en las que esto ocurrió en los últimos 25 años han sido a menudo por razones trágicas; tanto para informar sobre el asesinato de periodistas u otras violaciones de sus derechos y libertades (como los casos de detención arbitraria, la intimidación y expulsión)”, explica el informe.
Aunque la organización reconoce que “las altas tasas de violencia contra periodistas han sido una constante en la región”, aseguran que en 2015 empeoraron, particularmente en México, Honduras, Guatemala, Colombia, Brasil, Paraguay y República Dominicana, los países con un total de veinte y cinco periodistas asesinados por ejercer su profesión. “Los gobiernos han sido responsables de la negligencia en la prestación de una protección eficaz a los periodistas. También han fallado en su obligación de realizar investigaciones y procesamientos, negando así la justicia a las víctimas y dando protección a los responsables de los crímenes”.
Casos concretos
El informe hace un recorrido minucioso por los hechos de violencia que han afectado a este colectivo, citando a las víctimas registradas de cada uno. Acontecimientos como el conflicto armado en Colombia durante los años 90 cobran especial interés, pues convirtieron el país en un “campo de la muerte” que se cobró la vida que valiosos profesionales. “Cuando los periodistas se atrevieron a informar de forma independiente, fueron atacados por grupos paramilitares, rebeldes e incluso las propias fuerzas de seguridad del gobierno, que hicieron todo lo posible para silenciar la libertad de prensa, incluso mucho más allá de las fronteras”, recuerdan.
Pero si hay un lugar que genera una fuerte preocupación es México. Señalan que desde que el país “cayó en las garras de la violencia del crimen organizado, capos de la droga y sus cómplices con las administraciones de los estados”, todo se ha agudizado. Solo en 2015, ocho profesionales de los medios fueron asesinados. Le sigue muy de cerca Honduras, con un total de cinco homicidios. Su posición en el segundo lugar del ranking latinoamericano se debe a que “desde el golpe de 2009, los violentos pusieron sus ojos en los periodistas y trabajadores de medios a medida que el clima político se volvió dramáticamente tenso y agresivo”.
Bajos sueldos, otra manera de violencia
No solo el aspecto de la seguridad física de los periodistas alarma a la FIP. En estos 25 años las condiciones de trabajo han dado un giro, y para peor. “La intensificación del trabajo precario en el periodismo aumentó notablemente durante los años 90, una década en la que América Latina se convirtió en el laboratorio del mundo por las políticas neoliberales. Bajo el pretexto de la ‘flexibilidad laboral’, los gobiernos violentan las relaciones laborales y debilitan la estructura sindical en la mayor parte del continente”, denuncian.
Finalmente, advierten acerca de la concentración de medios mediante las prácticas de monopolio y capitales extranjeros, como otra forma de atentar contra el libre ejercicio de la profesión. De forma especial citan a Paraguay, Panamá y Costa Rica como los de mayor aumento en este tipo de operaciones en 2015. “Si los empleadores mostraran tanto interés por la seguridad de su personal como lo hacen con sus ganancias, las muertes de periodistas caerían sustancialmente”, afirman. Pero como es difícil que algo así pase, se comprometen a seguir trabajando contra la violencia ejercida hacia los reporteros y promoviendo su protección.
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