Extraña la palabra puntualidad en ese mundo de desgobierno, prisas, inexistencia de horarios y falta de sueño en el que vivimos los periodistas. Pero ¡carallo! habrá que ir en contra de las costumbres alguna vez… Parece que ayer era el día indicado para ello y todos ‘nos pusimos de acuerdo’ en llegar puntuales a la cita. Nos saludaron con un Buenas noches, saludos cordiales, una frase para la historia que no dejaba lugar a dudas sobre el protagonista de la velada.
La libería madrileña Lé acogía la presentación de la biografía no autorizada de José María García, porque “¿quién soy yo para autorizar nada?”, preguntaba al aire el periodista. Vicente Ferrer firma el ejemplar Buenas noches, saludos cordiales (Editorial Roca) que no pretende ser un homenaje a García, sino “una narración de una época”, puntualizaba el autor. Con una duración cercana a los 45 minutos reglamentarios de una primera parte y rodeados de montañas de libros los asistentes abandonamos eso del cuchicheo o de los comentarios ‘por lo bajini’ para intentar prestar atención a las palabras –nunca indiferentes- de García.
Porque José María García defendió sin reparo que nunca ha querido ser indiferente. Presumió también de contar con una larga lista de enemigos y otra similar de amigos, aunque siempre sin dejar indiferente a nadie, porque “la indiferencia es el encefalograma plano del comunicador”, explicaba en su discurso. Confeso católico y practicante a la par que muy pecador, el periodista ‘asturiano de adopción’ mostró su lado más reivindicativo pidiendo públicamente a los responsables de los medios la vuelta del periodismo de investigación y de denuncia. Algo que suena idílico, bucólico y casi utópico en ese mundo sin horarios y con prisas del que hablábamos en las primeras líneas.
En la minimalista puesta en escena de la presentación Pedro J. Ramírez ocupó un puesto privilegiado como el autor del prólogo. “Es la primera vez que me creo algo de Pedro J.”, ironizaba García. El director de El Español destacó la pasión del veterano periodista y su papel como un transgresor de su tiempo en lo que respecta al lenguaje audiovisual.
Los móviles fueron para la mayoría más cámara de fotos que otra cosa, salvo por uno que quiso sonar al son del himno de España provocando las risas del pequeño auditorio. No cabía ni un alfiler y abundaban los nombres propios: David Gistau, Javier Ares, Manuel Jabois, Blas Herrero, Eduardo Inda, Esteban Urreiztieta, Susanna Griso, Raúl del Pozo, Pipi Estrada, Iñaki Cano, John Müller, Óscar Campillo, Petón… y el gran Vicente del Bosque, entre muchos otros.
Sosegado y sin tomar asiento José María García tuvo más de una mención para Raúl del Pozo y su contraportada ‘García: el más grande’ publicada ayer mismo en El Mundo. Ahí la emoción llegó a su cota más alta. Y eso que el periodista recelaba en un primer momento del proyecto de biografía Buenas noches, saludos cordiales. Por el resultado parece que no hay arrepentimiento. Aunque con García nunca se sabe. Ya saben que nunca ha querido ser, tampoco ahora, indiferente para nadie.
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