Ni una sola de las proclamas de Estado Islámico ha sido enviada a través de medios de comunicación. Todas sus acciones propagandísticas para infundir terror se hacen a través de internet consiguiendo así mayor impacto y viralización. Logran sin embargo que los medios masivos sirvan de amplificador para sus mensajes. Los ataques producidos en Bruselas, el desconcierto, la multitud de conversaciones en redes sociales y la alarma social generada, no son sino una forma de impacto masivo por parte del grupo terrorista.
Se estima que en el último año Estado Islámico ha publicado más de 1700 videos, imágenes y revistas, con un impacto en más de 200 mil personas en diferentes plataformas que incluyen Twiter y otros medios sociales. Producto de este despliegue comunicacional se calcula que ha afiliado más de 22 mil voluntarios extranjeros, lo que se traduce en un ratio de conversión de un 11%, donde en torno a unos 3.700 afiliados son occidentales. La estrategia calculada que llevan en redes sociales consigue que las acciones propagandísticas del fanatismo lleguen incluso a perimitirles disponer de su popia tienda de merchandising.
Grandes conglomerados empresariales consiguen crear menos impacto que Estados Islámico en su estrategia de ‘cápsula de marca’ gastando ingentes cantidades de dinero. Se trata de crear un mundo regido por otras normas alternativas desarrolladas por la marca. Por ejemplo Disney, la factoría de ficción consigue crear en el imaginario colectivo un mundo rodeado de felicidad. Los fanáticos Disney querrían vivir ahí, despertarse con un despertador Disney, dormir en una cama diseñada por ellos o incluso que su vida fuese dentro de una de sus películas. El mismo sentimiento es capaz de crear Apple entre sus fieles seguidores, esos que gustan de dormir a la intemperie una noche para ser los primeros en conseguir un producto de los de Cupertino.
Aquí hablamos de acciones propagandísticas que hacen que los seguidores de DAESH den la vida literalmente por ‘la ideología de marca’ que crean. Usando la injusticia, la lucha, la acción y actualizando los viejos modelos de propaganda de guerra, como la deshumanización del enemigo, incitan a ‘la lucha’. Para esto es necesaria la adaptación del mensaje propagandístico a nuevas audiencias y medios. Por ejemplo, hablando en el lenguaje de los millennials, a través de videojuegos. Incitan a ‘luchar de verdad’ en vez de hacerlo tras un videojuego como el Call of Duty donde la forma de matar es en primera persona. El punto de vista de los jugadores es como si estuvieran sujetando el arma entre sus manos matando en primera persona.
Como vemos los dos objetivos principales de la campaña de Estado Islámico son, por una parte crear miedo en Occidente, y por otra reclutar nuevos adeptos. En sus ‘spots’ emitidos en youtube, donde desde la calidad del sonido hasta la iluminación son tenidas en cuenta, usan solo dos tipos de discurso: el intimidatorio y el de ‘la llamada’ a la acción.
