Al igual que sucedió con Arte, Un dios salvaje de Yasmina Reza se convirtió en un clásico moderno casi desde el mismo momento de su estreno (la versión de Broadway obtuvo el Tony a la mejor obra de 2009). Pocos años después del montaje que reunió a Maribel Verdú y Aitana Sánchez Gijón, la versión española firmada por Jordi Galcerán regresa a las tablas con un elenco formado por Jaime Zataraín, Maia Sur, Lidia Navarro y Fernando Ramallo y bajo la dirección de Paco Montes. En un alarde de versatilidad con pocos antecedentes, Jaime Zataraín despedía a finales de febrero el exitoso musical Priscilla, reina del desierto para estrenar una semana después Un dios salvaje en el Teatro Nuevo Apolo de Madrid, donde podrá verse hasta el próximo 24 de abril y con la que luego comenzará una gira que se prevé larga.
Jaime Zataraín se enamoró del teatro musical cuando tuvo la oportunidad de protagonizar Paint Your Wagon (que en España conocemos como La leyenda de la ciudad sin nombre) en el off-Broadway, y antes de protagonizar Priscilla pudo vérsele en Más de 100 mentiras y 40, el musical, pero le apetecía dar un giro e interpretar un texto en el que no hubiera que cantar y bailar, reto y oportunidad que Un dios salvaje le está permitiendo.
Tremendamente popular gracias a la versión cinematográfica a cargo de Roman Polanski, la obra de Yasmina Reza ironiza sobre las convenciones sociales a través de dos matrimonios enfrentados por el modo de afrontar la pelea en que se han visto envueltos sus hijos. Jaime Zataraín interpreta a un abogado más pendiente de su móvil y asuntos profesionales que de esa reunión a la que ha acudido obligado por su esposa, un personaje que, al igual que sucede con los demás, a veces resulta irritante pero en otras empatiza plenamente con el espectador: “Es la inteligencia del texto: no juzga a ninguno, con los cuatro se comparten reacciones en algún momento, el público va variando su posición a lo largo de la función”.
Es el momento del año adecuado para disfrutar con Desfile de Pascua, película que propició la única oportunidad de que dos estrellas como Judy Garland y Fred Astaire compartiesen plano (y todo gracias a una lesión de Gene Kelly, el protagonista previsto). Bajo la batuta de Charles Walters y con canciones de Irving Berlin, el film que hoy nos recuerda Pablo Vilaboy contiene algunas secuencias que, por méritos propios, han pasado a la historia del género.
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