Los derechos estadounidenses individuales, frente a la preminencia del bien común en Cuba, el modelo de “libre mercado” frente al modelo socialista y los derechos humanos que “Estados Unidos representan”, han sido aspectos clave en el discurso de campaña en defensa de los Estados Unidos por parte de Barak Obama.
Barak Obama ha empezado hablando, como no podía ser de otra forma, de los atentados en Bruselas. A este respecto ha dejado claro que el mundo debe estar unido, sin importar la nacionalidad, contra el terror que quieren infundirnos. “Los pensamientos y plegarias están con el pueblo Belga y condenamos estos ataques, haremos lo que sea necesario para ayudar a nuestro aliado Belga” contra los que amenazan contra la seguridad de todo el planeta, ha dicho.
Lo que ha seguido ha sido un discurso ensayado que ensalzaba la grandeza estadounidense y una defensa de su país con argumentos del tipo: “¿Quién se cree que Estados Unidos es racista con un presidente negro a la cabeza?”. Expertos del mundo de la comunicación han remarcado siempre el hecho de que Obama se ha servido de sus orígenes para ganar las elecciones, identificándose con los grupos más marginales de Estados Unidos, cuando proviene de una familia acomodada y ha estudiado en las mejores universidades del mundo.
Esto es básicamente lo que una buena campaña de propaganda hace, asociar valor a un producto. En este caso a una persona y a su marca personal. Obama se asocia con un grupo social que lo tiene difícil en su país para ascender al poder y representa sus logros. Esto se refleja también en su ‘claim’ personal, con el que Obama también ha aprovechado para despedirse en español: “si se puede”.
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