Hasta ahora la única herramienta tecnológica empleada para calmar a los pasajeros de un vuelo en franco peligro de accidente fatal, ha sido el despliegue de una mascarilla de oxígeno que desprende de una compuerta en la parte superior de la cabina; una herramienta para controlar la respiración de una persona angustiada, pero no para salvar la vida su vida en una catástrofe aérea. ¿Tienes miedo a los aviones? ¡Sigue leyendo!
Esos miedos están por cambiar. Un grupo de desarrolladores eslovenos registraron la patente de un prototipo de cabina independiente dentro de la aeronave, que al presentarse algún peligro inminente se desprendería como una cápsula por la parte trasera y aterrizaría sin ningún problema con la ayuda de paracaídas y pequeños propulsores, incluso podría hacerlo en el mar, ya que tendría incorporado un sistema de flotación.
Sin duda la industria aeronáutica podría generar una revolución en los sistemas de seguridad de los vuelos comerciales, ya que al saber que existe una medida adicional para poder garantizar la vida de los pasajeros, más allá de los métodos tradicionalmente conocidos, genera un clima de confianza que estimularía aún más el mercado de este tipo de transporte.
Por ahora se desconoce si el sistema lo empleará la única aerolínea existente con capital esloveno Adria, la cual posee sólo 13 aviones, dos de ellos fueron desarrollados por Airbus, los restantes fueron fabricados por la empresa canadiense Bombardier. En ninguno de los casos se conoce de algún desarrollo que suponga la modificación física del cuerpo de ninguna de las aeronaves, por lo que se presume aún es un proyecto muy interesante y nada más.
Un concepto ancestral para eliminar el miedo a los aviones
La primera vez que se habló de la expulsión de un pasajero de un avión en peligro, lo hizo el ruso Gamid Halídov, quien creó y patentó en el año 2000 un sistema de salvamento de pasajeros de un avión en caso de peligro. La idea del inventor ruso se trataba de la construcción de unos módulos unipersonales que serían integrados al fuselaje de la aeronave y que se desprenderían con la activación de un mecanismo de seguridad.
Una vez activadas, las cápsulas individuales se hermetizan y lanzarían al pasajero fuera del avión, quien se precipitaría lentamente a la tierra con el uso de un paracaídas especial. El inventor Halídov manifestó durante una entrevista concedida a RusNovosti que estas unidades de salvamento podrían ser fabricadas en materiales a base de polímeros, siendo más livianos y resistentes, sin peligro de incendiarse y que además se pueden flotar.
Además, el desarrollador señaló que de concretarse su idea, cada aeronave sumaría a su peso total entre una y dos toneladas más, un peso considerable pero que no impactaría en el consumo del combustible, además no supondría una inversión incosteable para los fabricantes de aviones, ya que los materiales propuestos no son los más caros del mercado.
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