“¿Mi niño tiene fiebre y usted no le va a poner antibióticos?”. “Siempre es igual, dos o tres días de ibuprofeno y al final para acabar poniéndole los antibióticos”. No es la primera ni será la última vez que un pediatra escuche estas frases en consulta. Según explica la doctora Pilar Camacho, coordinadora del Servicio de Urgencias de Pediatría de Quirónsalud Sagrado Corazón, “si usamos mal los antibióticos y los administramos cuando no hacen falta, los gérmenes que viven con nosotros desarrollan resistencias contra él y aprenden a defenderse y a sobrevivir a pesar suyo”. “El día de mañana, cuando ese germen aparezca y produzca una infección real, el medicamento no servirá para nada y, aunque se siguen desarrollando nuevos antibióticos, no todos se pueden usar en pediatría”, aclara.
“La mayoría de las veces, los cuadros febriles que presentan los niños, acompañados frecuentemente de síntomas respiratorios (mocos y tos) o digestivos (vómitos y diarrea) son producidos por virus, frente a los cuales los antibióticos no tienen ninguna utilidad”. ”Los virus”, puntualiza la doctora Camacho, “son gérmenes microscópicos que infectan con gran frecuencia en la infancia, sobre todo en lugares de alta concentración de niños, como guarderías y colegios. Estos procesos no tienen tratamiento específico, las defensas de un niño sano y bien vacunado serán suficientes para superar la infección. Bastara con los cuidados generales de hidratación y administración de antitérmicos si es necesario”. “Siempre hay que estar atentos a la evolución de estos cuadros, si la fiebre persiste 48-72 h o existe afectación del estado general el pediatra debe valorar al paciente”, continúa Camacho. “Los antibióticos deben ser prescritos por el pediatra, y los padres y cuidadores deben de cumplimentar el tratamiento de forma estricta”, concluye la pediatra.