“La Casa Real estaba al tanto de todo lo que hacían en el Instituto Nóos.” (Cristina de Borbón)
¿Por qué no te callas? (Juan Carlos de Borbón)
Por mucho “eclat” que les den en el papel cuché, por mucho lameculos que intente justificarlos, por más columnas que escriba la indecencia de sus rancios alabanceros; el estado de irresponsabilidad absoluta en el que se ha venido manejando la monarquía española resulta escandaloso. Una familia que no ha entendido nunca otro compromiso ni otra ideología que atenderse a sí misma en un inescrupuloso proceso crónico de alergia a servir al país que les ha brindado una posición de favor para la que no se les puede reconocer ningún mérito, y que ha vivido en una permanente actuación antiestética y amoral tal y como demuestran los documentos “Panama papers” que destapan la existencia de una sociedad fantasma propiedad de la hermana del rey emérito.
Que María del Pilar Alfonsa Juana Victoria Luisa Ignacia de Todos los Santos de Borbón y Borbón, en apariencia inmutable ante el escándalo, haya admitido haber sido titular durante cuarenta años de una sociedad en un paraíso fiscal, de entrada, debería ser motivo de destierro, mientras que su “bla, bla, bla” sobre que la firma nunca ha tenido ingresos fuera del control de las autoridades fiscales ni ha incumplido obligación alguna que exigiera la legislación tributaria española, sin aclarar qué uso se daba a esa sociedad, es un guion para el Club de La Comedia. Por más tergiversaciones que desee hacer la señora, lo que nos deja su palabrería es la sensación de que los borbones gozan de la facultad de reproducirse idénticos a sí mismos.
La única realidad objetiva que conocemos hasta la fecha es que la tía del rey Felipe creó una sociedad opaca cuando su hermano Juan Carlos asumió la Jefatura del Estado que disolvió cuarenta años más tarde el mismo día en el que abdicó quien quedó blindado ante la ley con el título de emérito. Blanco y en botella dice el pueblo llano, ese mismo pueblo al que la sabiduría de esta familia no debe considerar más que pelafustanes al servicio de su causa: la causa de enriquecerse protegidos por un blindaje de impunidad e inmunidad.
Los paraísos fiscales lo son porque brindan un secretismo a unas sociedades que no tienen otra razón de ser que la de tapaderas para la evasión fiscal, el lavado de dinero o la ocultación de la identidad del verdadero propietario de los fondos. Allí, en los llamados “offshore” (mar adentro) se esconde el dinero del narcotráfico, del tráfico de armas, el que genera la corrupción política y una pasta gansa generada por la amoralidad de millonarios evasores de impuestos. Así las cosas, y en la absoluta seguridad que los imputados en el caso Nòos dijeron verdad cuando afirmaron que no hacían nada que no se hiciera antes, continuaremos a la espera de que otra filtración aclare la cuantía y el origen de las finanzas que operaba la tía Pi.
Que ventura tuvieron los belgas cuando la carente de belleza María del Pilar y toda su ristra de nombres y de Todos los Santos habidos y por haber, fue enviada a Bélgica por la conveniencia de su padre con la intención de engatusar al rey Balduino, pero ocurrió que Fabiola de Mora y Aragón, aristócrata que había viajado de carabina, levantó pieza, o, mejor dicho, acostó al rey de los belgas tomando la delantera para hacer realidad el braguetazo que para sí quería la monarquía española. Ese día los belgas rompieron los límites de la suerte.
Antonio de La Española