Reporteros Sin Fronteras ultima el informe que hará público el próximo día 20 de abril en el que analizará la libertad de prensa que existe a nivel mundial. Tal y como han adelantado en un avance previo, los datos que se revelarán la próxima semana indican un deterioro general que se refleja tanto en el índice mundial como en los índices generales de cada continente.
Hay numerosas razones que explican el retroceso de la libertad de prensa: las tendencias liberticidas de algunos gobiernos, como los de Turquía o Egipto; la toma de control de los medios de comunicación públicos, algo que sucede incluso en Europa, por ejemplo, en Polonia; o la creciente tensión en lo que se refiere a la seguridad, de lo que son ejemplos Libia o Burundi, y que resulta catastrófica en el caso de Yemen.
Frente a las hostiles a la libertad de información, y a los grandes aparatos de propaganda, la situación de la información independiente es cada vez más precaria tanto en el sector público como en el ámbito privado. En todas partes del mundo hay “oligarcas” que compran medios de comunicación y que ejercen presiones que se suman a las de los Estados.
Todos los indicadores de la Clasificación muestran que la situación ha ido a peor entre 2013 y 2016, especialmente en el caso de las infraestructuras. Algunos Estados no dudan en suspender el acceso a Internet; en otros casos, simple y llanamente se destruyen las oficinas, las emisoras o las imprentas de los medios de comunicación que les molestan.
También se registra un gran desgaste en el marco legal: se han promulgado numerosas leyes que castigan a los periodistas por delitos como “insulto al presidente”, “blasfemia” o “apoyo al terrorismo”. Como efecto secundario de esta alarmante situación, los periodistas tienden cada vez más a la autocensura. De esta manera, el indicador “ambiente y autocensura” muestra un deterioro de más del 10% entre 2013 y 2016.
En lo que se refiere a áreas geográficas, la calificación revela daños en todos los continentes. En América se produjo una caída del 20.5% empujada por una América Latina lastrada por los asesinatos y los ataques a periodistas en México y en Centroamérica. El mismo proceso negativo se registra Europa y los Balcanes (6,5%), debido al creciente poder de movimientos extremistas y de gobiernos ultraconservadores. Respecto a la calificación de la zona de Asia Central y Europa del Este, mala de por sí, se deterioró un 5%, debido a la congelación aún mayor de la libertad de prensa y de expresión en países con regímenes autoritarios.
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