En la Tierra a jueves, 18 abril, 2024

Casi un 7% de la población europea sufre una disfunción tiroidea sin saberlo

Las consecuencias de sufrir una disfunción tiroidea, aun siendo ésta subclínica, no deben ser banalizadas. El exceso o el déficit de hormona tiroidea se asocian a un aumento de la morbilidad, deterioro del perfil lipídico y un aumento del riesgo de enfermedad coronaria y de mortalidad cardiovascular. A pesar de ello, no existe consenso sobre la conveniencia del cribado en la población general, aunque diferentes sociedades científicas y grupos de expertos aconsejan el cribado en grupos poblacionales específicos, como en mujeres gestantes, mujeres mayores de 35 años o en pacientes de edad avanzada.

De ahí la importancia de armonizar los criterios en los que es recomendable realizar el cribado de la enfermedad tiroidea y la forma más eficiente de llevarlo a cabo, señalan los coordinadores del Curso ‘Avances en el diagnóstico y seguimiento de la disfunción tiroidea’ que se celebra en el marco de las XIV Jornadas del Comité Científico de la Sociedad Española de Bioquímica Clínica y Patología Molecular (SEQC), los doctores Elías Álvarez y Pilar Mª Sánchez. La incidencia de disfunción tiroidea afecta en mayor medida a las mujeres, en las que se estima una incidencia de 420 casos por 100.000/año frente a los 85 casos por 100.000/año en hombres. Por tanto, dado que la enfermedad tiroidea aumenta también con la edad, quienes tienen  mayor probabilidad de sufrirla son las mujeres y, sobre todo, por encima de los 40 años. Asimismo, circunstancias como el embarazo, también aumentan la probabilidad de padecerla.

La disfunción tiroidea puede manifestarse en forma de numerosos signos y síntomas (depresión, infertilidad, hipercolesterolemia, etc.). “Si se pregunta a los pacientes sobre los síntomas que han padecido, es de resaltar que la mayoría presentan cansancio, cambios de humor, depresión, falta de atención y alteraciones en su vida familiar y social; por tanto, es una patología que suele presentar una sintomatología poco definida”, señalan los coordinadores del curso. Debido a la inespecificidad de los signos y síntomas que acompañan a la disfunción tiroidea el diagnóstico es, en la gran mayoría de los casos, dependiente de los resultados del análisis de sangre en el laboratorio.

En este sentido, el laboratorio clínico juega un papel clave en el diagnóstico de la enfermedad tiroidea. “Es vital que el especialista de esta rama de la medicina tenga una formación específica en esta patología, sobre el estado actual y el valor de las diferentes herramientas disponibles para el diagnóstico bioquímico. Esta formación específica es, si cabe, más necesaria para realizar el seguimiento correcto del carcinoma diferenciado de tiroides”, subraya la doctora Elías Álvarez. Precisamente, mediante este curso, la Comisión de Hormonas de la SEQC tiene como objetivo  proveer a los especialistas del laboratorio de medicina del conocimiento necesario para realizar esta tarea de forma adecuada. “Considerando la alta prevalencia de esta patología, así como su importancia para los Sistemas de Salud Pública y el impacto en la sociedad de estas enfermedades, hemos de actualizar, conocer, difundir y mejorar nuestro conocimiento en este campo para poder realizar el diagnóstico y seguimiento de esta patología de la forma más eficiente”, añade, la doctora Pilar Mª Sánchez.

Avances en el seguimiento, diagnóstico y pronóstico de la disfunción tiroidea

Los métodos para medir la concentración de hormonas tiroideas y de la TSH (hormona estimulante de la tiroides) han sufrido una gran evolución, tanto en la tecnología como en los sistemas de medida, haciéndose cada vez más robustos y rápidos. También se han ido perfeccionando los protocolos de diagnóstico y seguimiento para hacer el diagnóstico bioquímico de la enfermedad más eficiente y adaptado a las diferentes situaciones fisiopatológicas, como la infancia, la gestación, el puerperio, o la sospecha de hipotiroidismo secundario.

Un análisis de sangre, barato y sin efectos secundarios para el paciente, es suficiente para conocer la concentración de TSH y de hormonas tiroideas y evaluar la función tiroidea del paciente. Por su parte, los resultados obtenidos por inmunoanálisis, que son los métodos más empleados en los laboratorios clínicos, son en general adecuados. Sin embargo, no están exentos de interferencias, a la vez que las concentraciones obtenidas deben ser interpretadas en función del contexto clínico del paciente. Los especialistas del laboratorio clínico son conscientes de esta necesidad por lo que, permanentemente se trabaja en la obtención de valores de referencia adecuados y en el avance del conocimiento para interpretar de forma correcta los resultados obtenidos, para llegar a  un diagnóstico preciso.

Igualmente, resulta fundamental  la formación específica en el carcinoma diferenciado de tiroides (CDT) por parte del facultativo responsable  del informe de laboratorio. Y es que el laboratorio juega un papel crucial en el seguimiento  de este tipo de tumor, puesto que la medida de la concentración de la tiroglobulina (Tg) en suero, junto con la ecografía cervical, constituye el pilar fundamental del seguimiento de la mayoría de estos pacientes. Su medida de forma periódica va a acompañar al seguimiento del paciente de por vida para evaluar el riesgo de persistencia o de recidiva de la enfermedad. 

Tiroides y embarazo

Durante la gestación se producen una serie de cambios fisiológicos en la mujer, que para el tiroides suponen un estado de estrés, de modo que se tiene que estar ajustando permanentemente a las diferentes necesidades surgidas a lo largo del embarazo. Así, durante la gestación, el tejido tiroideo necesita secretar un 50% más de hormona tiroidea que en la mujer no gestante. Durante el embarazo la media de la prevalencia de gestantes con hipotiroidismo es del 2-3%, con hipertiroidismo del 0,4-1,7%, con autoinmunidad positiva del 5-15% y de tiroiditis posparto de 8,5%.

“En este sentido, el cribado de la disfunción tiroidea en el embarazo es un tema especialmente controvertido actualmente. En función de los datos disponibles en cuanto a la repercusión que puede tener la patología tiroidea en relación a las complicaciones obstétricas y al desarrollo neurocognitivo del feto se ha alcanzado un consenso para el cribado de la enfermedad durante la gestación, pero no hay unanimidad respecto a si debe ser un cribado universal o dirigido a una subpoblación de mayor riesgo. Donde sí hay consenso es en el cribado del hipotiroidismo neonatal”, explican los coordinadores del Curso.

Infradiagnóstico

La prevalencia de la disfunción tiroidea se estima que podría alcanzar  cifras en torno al 11% en la población europea, aunque en los últimos años, diferentes  datos sugieren que un gran número de las personas con disfunción tiroidea no son conscientes de su situación, dada la sintomatología poco definida que caracteriza a esta patología. En este sentido, se estima que casi un 7% de la población europea sufre una disfunción tiroidea sin saberlo.

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