La investigación clínica “es el mejor medio para aumentar el conocimiento médico aplicado al paciente; en el caso concreto de los ensayos clínicos, también permite tener acceso a fármacos innovadores”, apunta el profesor Jesús San Miguel, director de Medicina Clínica y Traslacional de la Universidad de Navarra y miembro destacado del Programa Español de Tratamientos en Hematología (PETHEMA) de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia (SEHH). Con motivo del Día Mundial del Ensayo Clínico, que se conmemora mañana, este experto ha reivindicado la calidad de la investigación clínica española. “Es similar a la de otros países de nuestro entorno europeo”, señala. En el caso concreto de la hematología, “somos líderes internacionales en varios campos, como es el caso del mieloma, la leucemia promielocítica o los síndromes mielodisplásicos, entre otros”.
La mayor diferencia con los países europeos radica en la capacidad de reclutamiento de los ensayos clínicos, que quizás es menor en España. “Esto puede ser debido al individualismo de nuestra educación médica, que todavía no hemos sabido corregir, y a la falta de estímulo institucional para fomentar la investigación clínica, especialmente la promovida por grupos cooperativos, como PETHEMA”, explica. El profesor San Miguel cita a Inglaterra, Francia y, sobre todo, Holanda como principales potencias europeas en este campo. “Los sistemas sanitarios de estos países potencian la participación en estas investigaciones mediante su apoyo a los grupos cooperativos y propiciando que los pacientes sean tratados en el contexto de ensayos clínicos siempre que se pueda”, aclara. “Esto conlleva, a su vez, un doble beneficio: ahorro en fármacos y medicina basada en la evidencia”.
El experto cree que hay una doble barrera a la hora de poner en marcha un ensayo clínico en España. Por un lado, “la ardua tarea burocrática de tener que pasar el filtro de las 17 comunidades autónomas, con sus respectivos comités éticos, hace el sistema caro, lento y carente de equidad”. Por otra parte, “no se contempla la investigación clínica como parte de la actividad asistencial del médico, cuando generalmente hay que dedicarle muchas horas extras”, añade. “Los dirigentes de la sanidad deberían dotar de tiempo y medios a sus profesionales para llevar a buen puerto esta parte de su trabajo”. Asimismo, desde las facultades de Medicina “habría que educar a los estudiantes en la necesidad de desempeñar una medicina basada en el trabajo cooperativo y en la medición y comparación de resultados”.
Sobre el nuevo Real Decreto de Ensayos Clínicos, el profesor San Miguel dice que “es claramente positivo”, aunque reclama “una especial protección para la investigación clínica promovida por grupos cooperativos”. También ve necesaria una política de concienciación médica y ciudadana sobre el beneficio de los ensayos clínicos en términos de progreso y ahorro económico. “Cuesta entender que esta parte de la medicina genere desconfianza, pero cuesta más aún comprender que un médico le diga a un paciente que no tiene más opciones cuando en otro hospital disponen de fármacos en investigación que podrían prolongar su vida”, concluye.