La opinión de Merche Cardona Sebastián, Trabajadora e Integradora Social experta en Alzheimer y autora del blog “La Sonrisa Vacía”.
Está comprobado que, en los enfermos de Alzheimer, lo último que desaparece, y no lo hace del todo, es la memoria afectiva. Tras el deterioro cognitivo que implica el desarrollo de la enfermedad, la memoria afectiva sobrevive hasta el final, proporcionando confort y tranquilidad a los enfermos a través de abrazos, caricias y afectos. La conservación de la memoria afectiva es uno de los pilares fundamentales de la terapia asistida con animales en los enfermos de Alzheimer. Si bien es cierto que muchas entidades están implantando este tipo de actividades y las incluyen dentro del catálogo de Terapias NO Farmacológicas, aún queda camino por recorrer en cuanto a la terapia con animales, aunque la orientación es positiva en cuanto a la comparación-compensación del binomio riesgo-beneficio.
El contacto controlado de una persona enferma de Alzheimer (preferentemente en fases iniciales, ya que es en éstas donde mejores resultados ha arrojado la terapia) con un animal (casi siempre se trabaja con perros adiestrados mediante la técnica de refuerzo positivo) es beneficioso a nivel cognitivo, social, autónomo y emocional. Al ser una terapia no farmacológica, no es obligatorio que participen todos los usuarios sino aquellos que lo deseen (dado que es posible que alguno tenga miedo a los perros, por ejemplo, lo que dificultaría la obtención de beneficios en la actividad)
Los animales en general nos devuelven de forma íntegra, honesta y sin pedir nada a cambio el trato que les damos, siendo afectivamente activos de manera inmediata, sin dobleces, y respondiendo a nuestro comportamiento de forma proporcional, es decir, si los tratamos con cariño, ese cariño nos es devuelto exponencialmente, por lo que se establece un vínculo emocional entre el enfermo de Alzheimer y el animal que es altamente positivo para ambos.
Mediante las actividades programadas durante la terapia asistida con animales se ayuda a los enfermos de Alzheimer a ser, por un día, “los cuidadores” del animal; a interaccionar entre ellos y con el nuevo integrante del grupo; a hablar, estimulando la vocalización y el lenguaje; y a trabajar la construcción de frases y ordenes que darle al animal, no olvidando que también se estimula durante la actividad el área psicomotriz, la gran afrenta de los cuidadores de enfermos de Alzheimer, dado el rápido deterioro que ésta frecuentemente presenta a medida que avanza la enfermedad.
Reflexionando sobre esto e intentando ser parcial, dejando a un lado mi amor por los animales y mi orientación vocacional hacia la mejora de los condiciones de los enfermos de Alzheimer, debo decir que las terapias asistidas con animales son, a mi parecer, una de las opciones más atractivas actualmente a nivel de terapias no farmacológicas dado que presenta beneficios de forma inmediata, al trabajar los aspectos emocionales puramente primitivos, transparentes, sólo utilizando el cariño como moneda de cambio.
Seguiremos informando…