Esta semana la reputación de la firma Deloitte ha sufrido un varapalo difícil de superar. El juez Fernando Andreu de la Audiencia Nacional ha decidido sentar en el banquillo como investigado a la firma Deloitte y a su socio y auditor de Bankia, Francisco Celma. La noticia ha dejado a Deloitte y su imagen en una difícil situación que la firma de consultoría no ha sabido sacar partido ni salir al paso con declaraciones oficiales. Tan solo comentarios a los medios de comunicación, sin representantes oficiales, intentando “escurrir el bulto”, hasta que pase la tormenta.
Hasta el momento Deloitte había pasado de puntillas en el caso Bankia. Sin embargo, la acusación popular ha estimado que Deloitte es responsable de haber avalado las cuentas de 2012, las cuales tenían “errores contables” y que los peritos del Banco de España calificaron de “inexplicables, sorprendentes y contrarios a la normativa nacional e internacional”. Pues bien, el Juez que instruye el caso ha decidido sentar en el banquillo a la consultora como investigada en el caso.
Deloitte no está acostumbrada a ser ella la empresa objeto de análisis, sino más bien todo lo contrario. Pero lo cierto es que la protagonista de la historia esta vez es la consultora. Desde el departamento de comunicación, capitaneado por Beatriz Fernández Ruiz de Velasco, la respuesta ha sido la de obviar el problema reputacional de la firma. Ni comunicado oficial ni comentario en ninguno de sus canales oficiales. Así, los medios de comunicación se han cebado con la información que coloca a Deloitte en el punto de mira en la investigación.
La reputación de Deloitte sigue en caída libre y parece que nadie está por la labor de hacer anda, ni su dirección de comunicación, ni su director de relaciones institucionales, Félix Losada Vieira. Precisamente hace pocos meses Deloitte se veía salpicada por otro escándalo en su trabajo para una empresa del IBEX 35 (asesora a más del 40% de las empresas que lo conforman). En plena crisis de viabilidad de Abengoa, se descubrió que Deloitte no informó de los riesgos de la energética y que la llevó al mayor concurso de acreedores que se recuerda en España. Hasta un joven que estudiaba bachillerato fue capaz de distinguir los errores contables que acarreaba Abengoa. Ninguno de los auditores de Deloitte fue capaz de distinguir ninguna anomalía, hasta la estrepitosa caída de la energética.
Los problemas de imagen de Deloitte no se están haciendo esperar y ya está perdiendo clientes. El Santander e Iberdrola ya han dicho adiós a la firma, y se espera que sean otros tantos los que se desprendan de sus servicios. Mientras tanto la comunicación de Deloitte sigue en el más absoluto de los silencios…
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