Privacidad. Una palabra que está en boca de muchos y que es la preocupación de todos. Así, tanto las plataformas sociales (Facebook o Twitter), como las mensajeras (Whatsapp, Line o Facebook Messenger), además del correo electrónico, son las entradas más habituales de los cibercriminales. De hecho, en este último sector es en el que nos vamos a parar para conocer una alternativa que, por su definición de inexpugnable, puede curarnos la salud… digital. ¿Su nombre? Protonmail.
Una opción que nació tras las múltiples denuncias realizadas por el archiconocido Edward Snowden, en las que alegaba que, como dicen en la serie de CBS, Person of Interest: “Nos están vigilando”. Así, y bajo esta premisa, los investigadores del CERN (en traducción al castellano, la Organización Europea para la Investigación Nuclear) se pusieron el reto de realizar un servicio de correo que fuese impenetrable para cualquier organismo, fuese o no gubernamental. Y lo consiguieron ese mismo año con la que era la versión Beta del mismo Protonmail.
Fuera de los tentáculos de Estados Unidos y Europa
Imaginaos que os encontráis frente a Gmail pero, en este caso, tanto en la versión web como en las ‘apps’, no existe opción de acceso para terceros. Evidentemente, salvo descuido del usuario. Un hecho que se consigue con la implantación de dos niveles de protección: el primero, bajo servidores del mismo Protonmail (que son propios y, por cierto, alejados en Suiza, país que está fuera de la jurisdicción americana y europea lo que les impide la entrada en ellos) y el segundo con un cifrado sólo al alcance del dueño de la cuenta. De hecho, y para demostrar que van en serio, si se pierde esta última, la cuenta quedará sin uso. No hay cambios posibles.
A un lado quedan, por tanto, opciones obsoletas como las contraseñas eternas (que son hackeables) o las medidas extra en servidores endebles. Sea como fuere, lleva desde 2014 en versión Beta para iOS y Android. Además, es gratuito en su versión más básica, aunque tiene su versión Premium con la que quieren no tener que depender de grandes emporios. ¿Conseguirán convencer a los millones de usuarios que están acostumbrados a ser temerarios en Internet?
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