En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

El cambio climático causará alrededor de 250.000 defunciones adicionales al año entre 2030 y 2050

El cambio climático es uno de los principales retos ambientales y sociales, con graves efectos sobre la salud. Sus efectos ya se están sintiendo hoy y las proyecciones para el futuro representan un riesgo elevado para la salud humana. De hecho, la OMS ya advertía en un informe en 2014 que el cambio climático causará unas 250.000 defunciones adicionales al año entre 2030 y 2050, solo debido a 4 causas seleccionadas, muy subestimadas si se consideran otros impactos directos e indirectos. Luchar contra el cambio climático, en este sentido, podría ser la mayor oportunidad del siglo XXI en materia de salud mundial, por el aumento de la resiliencia frente a sus impactos y por los cobeneficios que puede representar.

Con el fin de conocer la magnitud de esta problemática y concienciar y determinar cuáles podrían ser las posibles acciones para frenar el cambio climático, el Instituto DKV de la Vida Saludable presenta la sexta edición de su Observatorio de Salud y Medio Ambiente DKV ECODES, al que se suma la Red Española del Pacto Mundial, y en el que trata un tema de candente actualidad, sobre todo tras la firma del Acuerdo de París de diciembre de 2015: Cambio climático y salud, actuando frente al cambio climático para mejorar la salud de las personas y del planeta.

El informe, dividido en bloques correspondiendo a diferentes ámbitos sobre la salud, ofrece de manera sencilla, divulgativa y visual, algunas claves, herramientas y propuestas que nos permitan conocer las relaciones entre el gran desafío global del siglo XXI y la salud. Todo ello desde el punto de vista de la salud pública y mundial, y los importantes beneficios directos, indirectos y cobeneficios que la lucha frente al cambio climático puede tener para todos. Entre los principales ámbitos se encuentran los escenarios meteorológicos extremos, la calidad del aire, la seguridad alimentaria o las enfermedades infecciosas transmitidas por vectores, todos ellos con una determinante influencia en la salud de las personas.

El estudio advierte que la contaminación del aire, muy relacionada con el cambio climático, ocasiona más de 33.000 muertes prematuras al año -como señala el informe Calidad del Aire en Europa 2015 de la Agencia Europea de Medio Ambiente-, que el aumento de fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, ciclones o tormentas tropicales, es causante de unas 60.000 muertes anuales que pueden incrementarse con el calentamiento global, o que el cambio climático podría aumentar en un 20% el riesgo de sufrir hambre y malnutrición para 2050. Así, el cambio climático afecta a la salud de manera directa, sobre la mortalidad y la morbilidad (olas de calor, inundaciones, fenómenos extremos…) y de manera indirecta, a través de impactos sobre los ecosistemas y los sistemas sociales. Además, el Observatorio destaca la importancia de la comunidad sanitaria frente a este reto socioambiental, que desempeña un papel vital en la lucha contra el cambio climático, contribuyendo a aumentar la esperanza de vida y a la reducción de los casos de obesidad, cardiopatía y cáncer.

Aumenta el número de fenómenos meteorológicos extremos, como huracanes, ciclones o tormentas tropicales, causando más de 60.000 muertes anuales

El número de desastres naturales relacionados con la meteorología se ha triplicado desde los años 60 y afecta sobre todo a países en desarrollo. Sólo en 2015 hubo 32 grandes sequías y 152 episodios de inundaciones, relacionadas directamente con el cambio climático. Además, nos enfrentamos a un mundo más cálido, no solo en temperaturas medias globales, sino también a través de olas de calor más frecuentes e intensas. Entre 2001 y 2009  se produjeron en España 13.000 muertes ocasionadas por este fenómeno, debidas al agravamiento que provoca de diversas enfermedades crónicas.

Como con el calor, la relación entre el frío y la salud está también condicionada por diversos factores sociales, económicos y culturales. Comparando los datos de las olas de calor y de frío, resulta que la mortalidad diaria atribuible a las olas de frío en España es superior a las de calor, pero hay menos días de olas de frío que de olas de calor, por lo que la mortalidad total por calor es superior globalmente. Por ello, se hace necesaria también la intervención y la prevención en olas de frío como asunto prioritario. Por otra parte, diversos estudios consideran que globalmente los aumentos de mortalidad por el calor serán muy  superiores a la ligera reducción que se puede esperar de las muertes invernales.

Más del 95% de la población española respira aire contaminado, según los valores recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS)

A pesar de las mejoras continuas en las últimas décadas, la contaminación del aire es el cuarto factor de riesgo de muerte en el mundo, mermando la calidad y esperanza de vida de las personas. Los niños, los mayores y los enfermos crónicos con enfermedades cardíacas o respiratorias previas son grupos especialmente vulnerables. Sólo en España, más del 33% de la población respira un aire que incumple los estándares legales vigentes con niveles de contaminación por encima de los límites marcados por la Unión Europea, factor que ocasiona más de 33.000 muertes prematuras anuales en nuestro país, dieciséis veces más que los accidentes de tráfico – como señala el informe Calidad del Aire 2015 de la Agencia Europea de Medio Ambiente-. Además,  supone un coste económico de 38.000 millones de euros (un 2,8% del PIB).

En España se prevén inviernos más favorables para la permanencia y proliferación de distintos vectores

El cambio climático crea condiciones favorables a muchos vectores transmisores de enfermedades infecciosas y a los microorganismos que las provocan, no sólo para la permanencia y proliferación de esos vectores (mosquitos, garrapatas, etc), sino también para la entrada de otros nuevos tropicales o subtropicales que se adapten a vivir en un clima más cálido. Las enfermedades transmitidas por vectores representan más del 17% de todas las enfermedades infecciosas. En todo el mundo se registran cada año más de 1.000 millones de casos y más de un millón de defunciones como consecuencia de ellas, tales como el zika, el dengue, o la fiebre amarilla. El cambio climático es un importante factor, junto con la globalización y los movimientos de personas y mercancías, que es preciso considerar en su vigilancia y control. 

El cambio climático podría aumentar en un 20% el riesgo de sufrir hambre y malnutrición para el 2050

El cambio climático puede reducir la producción de alimentos y aumentar la malnutrición, ocasionando más de 500.000 muertes extras previstas para el año 2050 en el planeta en comparación con un futuro sin cambio climático, como recoge el Dr Springmann en un artículo en The Lancet. La reducción de la productividad agrícola ocasionada por el cambio climático es la causa de un exceso de mortalidad atribuible a los cambios en la dieta y en el peso corporal que puede originar. En este sentido, también será un factor que detenga la mejora en la disponibilidad de alimentos, y se estima una reducción global del 3,2% en la disponibilidad mundial de alimentos, de un 4% en el consumo de frutas y vegetales y un 0,7% en carnes rojas. Esto supone globalmente una reducción en un 28% del número de muertes que se podrían haber evitado.

Los profesionales sanitarios deben ser pioneros en la respuesta a la amenaza para la salud que representa el cambio climático

Apoyar los acuerdos o compromisos y acuerdos climáticos, la utilización de la evidencia científica para defender la necesidad de adoptar medidas y promover la participación del resto de profesionales, son algunas de las acciones prioritarias sugeridas a los profesionales de la comunidad sanitaria frente al cambio climático. También, ellos deben asegurar que el sistema de salud no falla como consecuencia de las amenazas del cambio climático es vital. Una de las acciones más relevantes para beneficiar la salud es la reducción (mitigación) de gases de efecto invernadero. El fomento de los desplazamientos a pie o en bicicleta podría suponer, además del aumento de la actividad física (reducción de los casos de obesidad, cardiopatía y cáncer), una reducción en contaminación y en el número de accidentes de tráfico.

Decálogo Compromisos por el clima, en beneficio de la salud de todos

Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos son muchos los compromisos que todos y cada uno de nosotros podemos llevar a cabo en la lucha contra el cambio climático. El Instituto DVK de la vida saludable ofrece sugerencias prácticas, bajo una perspectiva de responsabilidad individual, colectiva y social: compromisos con la energía, de movilidad, de consumo responsable, de residuos y reciclaje, de agua, o de huella de carbono. La parte final del libro los recoge agrupados por bloques.

1.            Aprovechar la luz natural apagando las luces que no se utilicen y mediante la instalación de interruptores y reguladores para adaptar el nivel de iluminación por zonas o utilizar la escalera en lugar del ascensor.

2.            Utilizar los electrodomésticos como el lavavajillas o la lavadora a plena carga. Mientras se cocina, tapar las ollas y utilizar el calor residual apagando la vitrocerámica eléctrica unos minutos antes y utilizar el microondas en lugar del horno cuando sea posible.

3.            Utilizar termostatos programables para poder regular la temperatura de la calefacción, manteniendo la casa a una temperatura media de 20ºC durante el día.

4.            Contratar electricidad verde procedente de fuentes renovables e instalar este tipo de energías en el hogar, como las placas solares.

5.            Para ahorrar energía en movilidad, utilizar el transporte público en vez del coche y la bicicleta para desplazamientos urbanos.

6.            Reducir el desperdicio de alimentos y priorizando los productos locales, cercanos y de temporada.

7.            Practicar la economía y el consumo colaborativo compartiendo bienes en lugar de poseerlos (carsharing, compra venta de segunda mano, bicicleta pública, etc.)

8.            Minimizar el uso de productos desechables y reciclar, separando papel y cartón, materia orgánica, plásticos, latas, bricks y vidrio.

9.            Ahorrar en el consumo de agua mediante sistemas de doble descarga en inodoros, las duchas en lugar de los baños o detalles sencillos como cerrar el grifo mientras nos lavamos los dientes.

10.          Calcular la huella de carbono para ser más consciente del impacto que se genera e intentar reducirla.

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