La depresión es mucho más que un trastorno del estado de ánimo. Es una enfermedad mental compleja, multidimensional y heterogénea que se asocia a una pérdida importante de la calidad de vida. Sin embargo, el término está ampliamente extendido como sinónimo de tristeza. De ahí que los profesionales sanitarios insistan en que, el primer paso para entender la depresión es saber lo que no es. Así lo ha expresado Enric Álvarez, director del Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau y profesión titular de Psiquiatría en la Universidad Autónoma de Barcelona, durante su ponencia en el XV Seminario Lundbeck “La depresión con mayúsculas”.
“Lo que no es una depresión es la tristeza. La tristeza es una emoción absolutamente normal que uno experimenta cuando pasa alguna cosa que le entristece: que pierda tu equipo de fútbol, que tengas problemas en el trabajo o que la niña tenga un novio que no te gusta. Todo eso produce tristeza y es una emoción primaria y normal. Eso no es una depresión ni es lo que experimentan los pacientes con depresión”, asegura el doctor Álvarez. “Tampoco es una depresión tener problemas de adaptabilidad, es decir, que ocurran cosas en la vida que producen un estrés o ansiedad constantes que te hagan ser más infeliz”, descarta. Y concluye: “La gente que ve el vaso medio vacío, que se deja llevar por los demás, que siempre lo convencen de todos, que tienen una manera de ser pusilánime, tienen un temperamento depresivo, pero tampoco tienen una depresión”.
La depresión, una enfermedad que aparece de manera lenta y progresiva
El doctor define la depresión como “una enfermedad que aparece como una seta, de una manera lenta y progresiva”. Matiza que las personas con depresión experimentan síntomas cognitivos el 94% del tiempo: falta de atención y concentración, problemas de memoria y dificultades en la toma de decisiones y en la planificación. Pero el trastorno depresivo mayor es una patología clínicamente heterogénea en la que también confluyen síntomas somáticos (fatiga, cambios en el apetito, insomnio, disfunción sexual, cefalea, problemas de estómago, dolor torácico y agitación psicomotora) y síntomas afectivos (tristeza, ansiedad, irritabilidad, bajo estado anímico, pensamientos suicidas, desesperanza y sentimiento de culpa sin motivo).
Entre los retos que hoy en día se plantea la ciencia en este campo, el doctor Álvarez enumera: evitar los casos de cronificación, que son los que aumentan la carga económico-social; conseguir medicamentos de mejor tolerabilidad, sobre todo en relación a cognición y disfunción sexual; y mejorar los canales de comunicación especialistas-sociedad. Y concluye: “La depresión se puede curar como se puede curar casi todo. Es decir, excepto las enfermedades producidas por bacterias que das un antibiótico, matas al bicho y se acabó la enfermedad, el resto de enfermedades se curan como se cura la depresión. Hay un porcentaje alto, un 70% de pacientes, que llegan a un nivel de remisión más que razonable”.
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