Evernote está sufriendo, desde hace ya bastante tiempo, uno de los principales problemas que se le plantea a toda empresa que cuente con una versión gratuita y una de pago: ¿Cómo haces que los amantes de lo “free” paguen por tus servicios? Algo ilógico, si lo pensamos detenidamente. Al menos, por arte de los usuarios que, en este caso, llevan desde los inicios sin poner un duro para usarlo. La empresa, por su parte, está loca por rentabilizar un proyecto al que le están dando muchas vueltas, sin éxito. Una disyuntiva que parece no tener solución que contente a ambas partes.
En el proceso de búsqueda de Evernote se quedaron, el pasado octubre, 47 empleados y tres oficinas (cortesía del que era su nuevo CEO, Chris O’Neill, ex de Google). De momento, todo se quedaba en casa. Sin embargo, y con las nuevas informaciones que éste ha vertido en relación a su proceso de expansión en la mano, su intención es tocar nuestros privilegios. El primer paso ha sido limitar las funciones de carácter gratuito (las cuales, por cierto, han plagado de publicidad). Así, y con esta vía ya activa, la marca ha comunicado la llegada del que será el Evernote del mañana. Ese en el que, a los que ya pagan se les suma un euro a la cuota (que no es mucho) y a los que lo usan gratis se le limita aún más.
¿Cómo? Evernote restringirá la sincronía ilimitada para dejarla en únicamente dos, reducirá el espacio a 60 megas y añadirá aún más publicidad (si era posible). Un hecho que, como decimos, empresarialmente cuenta con mucho sentido ya que, de seguir así, no les quedará dinero para mantener la estructura, enorme, con la que cuentan. Está la financiarán con cuentas de pago. Éstas, como comentábamos, serán más caras. Evernote Plus costará 3.99 euros (mes) o 29,99 (al año), mientras que la versión Premiun se queda en 6,99 euros (o 59,99). ¿Conseguirá levantar cabeza con esta nueva estrategia? Los usuarios, de momento, no están contentos.
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