En 2015, la industria farmacéutica asentada en España invirtió, aproximadamente, 190 millones de euros en contratos con organizaciones y profesionales sanitarios para proyectos de I+D y contribuyó con 119 millones de euros en ayudas para que profesionales sanitarios pudieran acudir a actividades científicas y reuniones profesionales, las cuales, además, contaron con un apoyo de 66 millones de euros por parte del sector para su celebración a través de organizaciones sanitarias. Hoy conocemos estos datos gracias a la iniciativa de transparencia europea que han adoptado las compañías adheridas al Código de Buenas Prácticas de la Industria Farmacéutica en España.
Entre los días 27 y 30 de junio estas compañías han publicado en sus sitios web las colaboraciones realizadas en 2015 con organizaciones y profesionales sanitarios derivadas de su colaboración en estos ámbitos. A ellos se suman otros dos: la prestación de servicios profesionales, ya sean individuales o en grupos, por un valor de 88 millones de euros, y las donaciones, que sólo pueden realizarse a organizaciones sanitarias y que sumaron 33 millones. A partir de ahora, cada mes de junio se publicarán las colaboraciones realizadas el año anterior. La publicación de las colaboraciones con profesionales y organizaciones, fruto de una nueva modificación del Código, obedece a ese espíritu, que pretende también generar confianza en la sociedad sobre el valor de estas rela-ciones.
Apuesta por la I+D en la industria farmacéutica
La inversión del sector en I+D durante 2015 le mantiene como líder industrial absoluto en este ámbito en España, con 1.004 millones de euros (un 5,2% más que en 2014). De esta cantidad, el 41% (unos 410 millones) se destinó a contratos de investigación extramuros, fundamentalmente con el ámbito público (centros de investigación, hospitales, universidades y otros organismos), lo que convierte a la industria farmacéutica en el principal impulsor de la colaboración público-privada biomédica en nuestro país.
Los 190 millones de euros en I+D publicados suponen cerca del 50% del montante total de estas colaboraciones externas y hacen referencia a colaboraciones con profesionales y organizaciones asociadas al diseño o ejecución de estudios preclínicos, ensayos clínicos y estudios de postautorización. El resto de inversiones extramuros, hasta llegar a cubrir los 410 millones de euros, incluyen la financiación internacional, los contratos de investigación preclínica en los que no intervengan profesionales sanitarios, el suministro de medicación gratuita para los ensayos clínicos y su monitorización.
Para el Presidente de FARMAINDUSTRIA, Antoni Esteve, la inversión de 2015 en I+D es un reflejo de la importante apuesta que hace la industria farmacéutica por mantener la excelencia investigadora en España. Además, “facilita que nuestros centros de investigación, universidades, hospitales y profesionales no sólo conozcan las principales innovaciones, sino que puedan hacer uso de éstas en fases tempranas, lo que beneficia altamente a todos; sobre todo, a los pacientes”.
Compromiso con la información científica
Por otro lado, los 119 millones con los que la industria farmacéutica contribuye a la formación científica y clínica es una muestra clara del compromiso del sector por que los profesionales sanitarios españoles continúen al más alto nivel en conocimiento, especialmente importante en el campo de la salud, por el rápido avance en la investigación biomédica y los nuevos tratamientos. Las actividades científicas y los congresos y reuniones profesionales son el instrumento clave para ello y la industria farmacéutica está comprometida con que éstos sean posibles. En 2015 el sector apoyó, asimismo, a organizaciones sanitarias para la celebración de este tipo de actividades con 66 millones de euros.
Según datos de FARMAINDUSTRIA, más del 70% de las actividades científicas y los congresos y reuniones profesionales para los que la industria destina ayudas, ya sea a profesionales u organizaciones, son eventos de terceros organizados por entidades científicas acreditadas y de reconocido prestigio, como es el caso de las sociedades científicas, lo que garantiza el rigor, la independencia y el interés científico de estas actividades, que cuentan siempre con un programa elaborado por comités científicos independientes. La labor que en este ámbito desarrollan las sociedades contribuye a que los médicos españoles ostenten un nivel de excelencia que ha sido reconocido tanto a nivel nacional como internacional y a que desempeñen una actividad asistencial que es altamente valorada por los ciudadanos.
Casi el 95% de las ayudas que destina la industria farmacéutica en España a profesionales sanitarios se ofrece a médicos. En nuestro país hay 177.665 médicos haciendo labores asistenciales, según datos oficiales del INE referidos a 2014, y un gran número de ellos se benefician de estas actividades científicas apoyadas por la industria. Cabe destacar que sólo la inscripción media a un congreso científico de ámbito nacional es de 600-700 euros, cantidad que puede verse incrementada si la reunión es de carácter internacional. El pasado año, según datos de FARMAINDUSTRIA, el 43% de las reuniones en las que la industria farmacéutica colaboró fueron nacionales, mientras que las reuniones regionales supusieron el 32% y las internacionales, el 25%.
Los congresos son fundamentales para mantener al médico al día de los avances en su especialidad, y su importancia es tal que, por ejemplo, el pasado año acudieron casi 9.000 profesionales a los congresos nacionales de Atención Primaria, 3.400 al de Cardiología o 1.500 al de Oncología. En los congresos internacionales, las cifras se multiplican hasta alcanzar, por ejemplo, los 20.000 que reunió el año pasado el Congreso Europeo de Oncología (ESMO) y los 30.000 del Congreso Americano de Oncología (ASCO). En el caso de ESMO, la presencia de oncólogos españoles ha oscilado entre el 2,5% del total de asistentes en 2012 y el 5% de 2014.
“Es motivo de orgullo para nuestro sector ser uno de los principales facilitadores del acceso a información científica de los profesionales sanitarios españoles”, apunta el Presidente de FARMAINDUSTRIA. Todos -profesionales, organizaciones sanitarias, sistema de salud, industria farmacéutica y, sobre todo, pacientes- “nos beneficiamos de que el profesional sanitario conozca y maneje los últimos avances en su especialidad, por lo que es crucial que la industria continúe con su firme compromiso de facilitar la organización y asistencia a las actividades científicas y los congresos profesionales”.
Prestación de servicios y donaciones
Los otros conceptos que las compañías adheridas al Código de Buenas Prácticas han transparentado en los últimos días han sido las contrataciones de profesionales por prestación de servicios y las donaciones a organizaciones sanitarias. En 2015, la industria farmacéutica contrató servicios profesionales, ya sean individuales o en grupos, por valor de 88 millones de euros. Este tipo de servicios son reconocidos como de asesoramiento o consultoría y sus características y requisitos están delimitados en el Código de Buenas Prácticas. Estos servicios pueden ser de diversa índole (ponencias en reuniones, realización de informes, etc.), pero en todo caso implican el abono de una remuneración y, en su caso, los gastos de desplazamiento y manutención.
Estas actividades permiten a la industria farmacéutica conocer el comportamiento en la práctica clínica de los medicamentos, una experiencia que sólo atesoran los profesionales sanitarios. A partir de ahí las compañías pueden mejorar la seguridad y eficacia de los tratamientos o detectar nuevas necesidades, lo que resulta muy beneficioso para el abordaje de las enfermedades, para la eficiencia del sistema y, en especial, para aportar soluciones al paciente.
Por último, la industria farmacéutica hizo donaciones a organizaciones sanitarias que prestan servicios de asistencia sanitaria social o humanitaria por valor de 33 millones de euros. Estas aportaciones deben responder a peticiones de las propias organizaciones y son desinteresadas, pues, tal y como recoge el Código de Buenas Prácticas, no pueden constituir un incentivo para “la recomendación, prescripción, compra, suministro, venta o administración de medicamentos”. Este tipo de ayudas van desde donaciones dinerarias para proyectos de investigación o a entidades académicas para que las destinen a becas hasta la donación de medicamentos a instituciones humanitarias.
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