Cuántas veces en nuestra vida hemos usado esta expresión cuando nos hemos visto superados por una situación por la que hemos estado luchando y que finalmente no hemos logrado conseguir. Normalmente conectamos el tirar la toalla con un sentimiento y situación de fracaso, de rendición, agotamiento y frustración.
Sin embrago hoy me gustaría proponeros una nueva interpretación de este dicho tan común, lo cual va a requerir de un cambio de enfoque y de perspectiva. Cada vez estoy más convencido de que la clave del éxito y del bienestar está más en dejar fluir que en la lucha en sí. Se nos ha educado con la creencia de que la vida es una lucha, y aunque a veces tenga este componente, lo cierto es que la vida es vida y tiene más que ver con ir descubriéndola, con permitir que emerja, que fluya y nosotros fluir con ella desde el disfrute, la gratitud, la sorpresa, la aceptación y la confianza en que lo que tenga que ser será y estará bien.
No es mi intención irme al extremo de la pasividad y de pensar que no tenemos que trabajar, esforzarnos y perseguir aquello que deseamos o creemos que es nuestra misión. Sin embrago me gustaría aportar la idea de que si bien nosotros tenemos una parte importante y protagonista en nuestra vida, también hay otra parte que no depende de nosotros y que implica precisamente eso: tirar la toalla, pero no desde el fracaso o la resignación, sino desde la confianza, de soltar como aquel que ya ha plantado su semilla y sólo queda que de fruto.
He comprobado que en ocasiones la lucha produce un desgaste innecesario, agotador y que cuando he estado decidido a soltar, tirar la toalla, aceptando la situación y creyendo que es mejor fluir que resistir, es entonces cuando todo ha empezado a ocurrir de manera natural e incluso más allá de mis expectativas. Pero ha sido necesario un punto de inflexión, de soltar para permitir que ocurra el milagro de la vida, de los cambios inesperados, de los regalos sorpresa, de los resultados más que positivos. Porque en toda entrega hay un nacimiento de algo nuevo.
Así que mi propuesta de hoy es que sí, que tires la toalla, pero con una actitud que te lleve a ver como todo tiene un sentido, un para qué y que lo mejor está delante de ti aunque no seas capaz de verlo en estos momentos.
Para animarte a conectar con esta actitud y enfoque te sugiero que pienses en alguna situación pasada de tu vida cuando parecía que todo estaba perdido, que no había salida y sin embargo de repente hubo un giro que lo cambió todo para bien. ¿Qué ocurrió? ¿Cómo te sentías antes y después? ¿Qué hiciste o qué dejaste de hacer para que esto sucediera? De esta manera podrás saber cuándo es el momento de tirar la toalla, tumbarte sobre ella y mirar al cielo.
Seguiremos informando…