Bill Grizack mentía a las agencias falsificando supuestos contratos que había obtenido de grandes compañías como Coca-Cola y Brown-Forman –multinacional dueña de bebidas alcohólicas como Jack Daniel’s- por valor de 243 millones de euros. “Mi trabajo es inventar el futuro de la estrategia de publicidad creativa”, se jactaba en su perfil de LinkedIn.
Condenado de 57 a 81 meses de prisión por estafar a agencias internacionales como McKinney, tuvo como principal motivación al delito la codicia, agravada por un deseo insaciable de aprobación social. Conseguía puestos de trabajo de alto nivel años después de haber sido despedido por fraude en otras compañías, gracias en parte a una industria desesperada por el mismo tipo de soluciones basadas en datos promovidas por alguien que se describía como “un manojo de ideas frenéticas”. Sus acciones en última instancia sacudieron a una agencia internacional que resgistró 3,61 millones de euros en pérdidas, afectando a siete agencias y destruyendo decenas de puestos de trabajo. Medios especializados en publicidad de todo el mundo han intentado ponerse en contacto con Grizack, a través de su abogado, sin obtener éxito.
William John Grizack estudió –como muchos altos cargos- un MBA de la Universidad Wake Forest en 2003. A finales de 2005, Grizack y otros tres socios consiguieron una patente para un producto, llamado Simplifi, que proporciona “la planificación financiera basada en objetivos a través del ordenador”. Pero dejaría de existir a principios de 2010. En 2011 ya tenía un salario de 135.000 euros, pero no estaba satisfecho. Trabajó en otras agencias como Interbrand pero “su oferta de empleo fue revocada”. Los perfiles de Facebook, Twitter, YouTube y LinkedIn de Grizack desaparecieron. Aunque el perfil de Linkedin todavía incluye clientes principales:
“Cabe destacar que el acusado creó direcciones de correo electrónico con dominios muy parecidos a las direcciones de correo electrónico de Brown-Forman y de los empleados de Coca-Cola” para crear una apariencia de legitimidad en sus negocios. “Imprimió contratos y facturas falsas y fue tan lejos como para simular numerosas conversaciones telefónicas”. El “experto en Big Data” patentó un rudimentaria versión de Google Analytics pero no estaba claro, con respecto al algoritmo, cómo funcionaba o el beneficio de su uso. Los engaños de Grizack solamente crecieron en escala. A lo largo de ocho meses, creó seis contratos falsos. Contrató a 40 nuevos empleados para trabajar en las cuentas inexistentes.
Pero su gran esquema tenía un defecto fatal: No tenía manera de producir los ingresos prometidos. A medida que pasaban las semanas y meses, los ingresos prometidon no llegaban. Los ejecutivos presuntamente comenzaron a presionar Grizack, quien declaró en varias ocasiones que el dinero vendría –cabe destacar que acumulaba retrasos en los pagos a sus empleados-. Los números de teléfono que aparecían en el contrato de Coca-Cola resultaron pertenecer a móviles que se encontraban en el propio despacho de Grizack. La mayoría de la gente contratada para trabajar en el negocio fantasma con el tiempo perdieron sus puestos de trabajo, y algunos no supieron por qué exactamente hasta meses después.
Muchas de las piezas del rompecabezas siguen siendo un misterio excepto para el propio estafador que podría quedar libre en marzo de 2021 y cinco años después declararse culpable para evitar un nuevo informa con más detalles sobre su cuestionable forma de obrar en los negocios que ha sembrado desconfianza en el sector publicitario.
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