Odiamos el fútbol. Nos aburre. Nos atormenta. Nos cansa. Pero este verano hemos aprendido a quererlo. A apreciarlo. A degustarlo. Y lo decimos porque la Eurocopa de Francia nos ha librado a todos, sí a todos, de tener que sufrir cada noche con los resúmenes de Supervivientes 2016 en Telecinco. Por extensión también nos ha evitado ver el bochornoso espectáculo de acoso y derribo al que han sometido a Yola Berrocal en el programa.
No tenemos palabras. No nos salen. Al menos ninguna buena para calificar todos los insultos, desprecios y gritos que ha tenido que aguantar en Supervivientes una concursante que lejos de caernos mejor o peor, independientemente de ser más o menos inteligente, es simplemente una persona. Repetimos señores, espectadores o directivos de medios: una persona. Ninguno de ustedes puede negar que lo de Yola Berrocal ha sido un caso de bullying en toda regla.
Y sí amigos no nos tiembla la voz si decimos que consentido. Porque Mediaset no ha hecho nada durante este tiempo para frenar los graves agravios que ha vivido Berrocal por parte de sus compañeros y liderados por la protegida, por expresarlo de alguna manera, de Mila Ximénez. Tampoco lo hizo su presentador, Jorge Javier Vázquez, en ninguna de las galas del reality y menos aún en la final del pasado martes cuando el jefecito de Sálvame siguió metiendo el dedo en la llaga contra Yola Berrocal.
Jorge Javier Vázquez sometió a Berrocal a un suicida test sobre su participación en el concurso que más se parecía a un tercer grado que a un cuestionario acerca de sus sensaciones tras su paso por el reality. Y siguió. Y no paró hasta el momento en el que a voz en grito anunciaba que Jorge era el ganador de Supervivientes 2016. Y ahí se quedaba Yola Berrocal sin consuelo y a las puertas de convertirse en la ganadora del programa. Moralmente, desde luego, lo ha sido.
Recuperemos el fútbol en las últimas líneas… Hemos comprado la Eurocopa a “el precio justo”, repetía Paolo Vasile hace unas semanas. Nosotros diríamos que incluso ha resultado barata en comparación con el sufrimiento que nos ha ahorrado como espectadores. ¡Qué digo espectadores! Como personas. Como seres humanos. Como individuos con alma, piedad y dignidad…
Así que dicho esto, ¡Viva la Eurocopa!