La periodista María Díaz es una de las voces más autorizadas que pueden encontrarse en España para hablar sobre el mundillo teatral, puesto que lo conoce no sólo como espectadora sino por formar parte del mismo. Son muchos los años que lleva dedicada a promocionar espectáculos de lo más diverso, consiguiendo despertar el interés de los medios de comunicación para que den noticia de algunas de las funciones más exitosas de los últimos años. Aunque no ha dejado de lado su profesión, participando en diferentes programas de radio y televisión, su dedicación al teatro, su amor y respeto por el oficio de los cómicos le han reportado grandes satisfacciones personales, al margen de la posibilidad de conocer al grueso de la profesión muy de cerca y entre bastidores.
Aunando el teatro con otra de sus pasiones, la gastronomía, María Díaz ha creado La guía gastrocómica, única en su especie, publicada por Roca Editorial. La autora da voz a nombres de nuestra escena como Juan Echanove, Lola Herrera, José Sacristán, los componentes de Ron Lalá, Lucía Quintana, Fernando Cayo, Emilio Gutiérrez Caba o toda la familia Viyuela para que recomienden aquellos lugares que han descubierto en sus giras. Ordenados por comunidades y en orden alfabético, restaurantes, casas de comidas, fondas, hoteles, pastelerías, cualquier lugar donde se pueda comer y así lo haya comprobado (e incluso repetido) algún actor, no importa cuánto cuesta el cubierto, no es cuestión de estrellas o ausencia de las mismas, no se busca la mejor relación calidad-precio ni los asientos más mullidos, no ha habido ningún tipo de baremo, sólo se ha intentado abarcar la mayor variedad posible y recorrer toda la geografía española, compartiendo placeres con cicerones excepcionales. María Díaz se reserva un pequeño espacio al final de La guía gastrocómica para reseñar aquellos locales de los que nadie se ha acordado y que ella misma disfruta cada que acompaña a sus espectáculos en gira.
Siete novias para siete hermanos es una de las películas más populares de Stanley Donen, inspirada en la leyenda del rapto de las sabinas y con una banda sonora a cargo de Saul Chaplin y Adolph Deutsch que mereció el Oscar (aunque las canciones aparezcan firmadas por Gene de Paul y Johnny Mercer). Las secuencias más recordadas y que le han asegurado un lugar en la historia del cine son las de los bailes acrobáticos coreografiados por Michael Kidd, aunque el carisma de Howard Keel y Jane Powell siga haciéndole ganar adeptos en cada reposición.
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