Nos encanta ver la televisión, o lo que es lo mismo, todos llevamos un pequeño Homer Simpson en nuestro interior. Una adicción que, encubierta, consume, al menos, 3 horas de nuestra vida. Un tiempo en el que unos disfrutan de sus series favoritas, otros de los últimos estrenos (en DVD o plataforma digital claro, sino seríamos unos delincuentes). Los hay, incluso, que no se pierden ni un solo reality show. Hablamos, en resumen, de lo que se denominan, hoy, como Devoradores de Televisión o “Binge Watchers”.
Así, y tras presentar uno de los hábitos tecnológicos más comunes entre los mortales, como es la televisión, nos adentramos en el tema que nos ataña que, aviso ya antes de empezar, no es del todo bonito. Para ello vamos a tener que viajar en el tiempo, aunque no excesivamente atrás. Nos situamos en 1988 (año en el que Seul acogió sus Juegos Olímpicos, en el que Barbados vio nacer a popular Rihanna o en el que la Unión Soviética lanzó el Phobos 1 y el 2 a Martes, sin éxito). Un año en el que, evidentemente, la televisión no se parecía a lo que es hoy lo que no evitaba que su consumo fuera también masivo. En este año, 80.000 japoneses, de entre 40 y 79 años de edad, fueron víctimas de una simple aunque importante pregunta… ¿Cuántas horas miran la televisión?
Televisión: ¿En qué punto empieza a ser peligrosa?
Con los datos obtenidos de las respuestas de los diferentes encuestados, y tras dejar pasar los años, las conclusiones obtenidas fueron poco alentadoras. Y es que, el 59 de los encuestados habían muerto de embolia pulmonar, y casi todos ellos eran ávidos consumidores de la pequeña pantalla (un término que, por cierto, ha perdido valor con los años). Un 70% de los fallecimientos producidos veían entre 3,5 y 4,9 horas cada jornada. Un riesgo alto que se multiplicaba por 2,5 sí se superaba esta cantidad. Unas cifras que, y hemos de tener esto en cuenta, nacen en una época en la que no existían ni smartphones ni tablets, herramientas que han aumentado nuestro apetito por los contenidos audiovisuales.
La situación en España no es distinta
Así, no es nueva esta relación entre salud y consumo de televisión. Y es que, en 2014, la Universidad de Navarra realizo un estudio similar en el que, tras llevar a cabo un seguimiento exhaustivo durante más de 8 años a 13.284 personas, 97 de ellas perdieron la vida por enfermedades del mismo tipo que las analizadas en Japón lo que dio la voz de alarma. De entre ellas, la mayoría era fuertes consumidoras de televisión. Lo que no se pudo esclarecer, en ese momento, es que la llegada de los ordenadores, y otros dispositivos móviles fuese a hacer crecer esta cantidad. Sea como fuere, y con los expertos abogando por la realización de más análisis para poder solucionar el problema, los amantes de sentarse en el sofá a ver un temporada completa de, por ejemplo, Juego de Tronos, deberán pensar en hacer un descanso. Por su salud.
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