En la Tierra a domingo, diciembre 22, 2024

Segunda sesión de investidura: ¿Qué estrategia seguían los líderes parlamentarios en sus discursos?

Mariano Rajoy habla en el Congreso de los Diputados durante la segunda sesión de su debate de investidura.

Los distintos líderes parlamentarios han tenido la oportunidad de explicar sus posiciones respecto a la candidatura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno este miércoles, durante la segunda sesión del debate de investidura del presidente en funciones. La votación de esta segunda sesión de la investidura, que ha durado algo más de 11 horas, se ha saldado según lo previsto. Rajoy no ha conseguido la mayoría absoluta que necesitaba, 176 votos a favor, por lo que se volverá a votar este próximo viernes. El candidato a la presidencia ha obtenido los 170 síes (137 del Partido Popular, 32 de Ciudadanos y el de Coalición Canaria) frente a 180 noes y ninguna abstención. Pese a que las abstenciones no han tenido protagonismo durante esta votación, sí cobran gran importancia en la del próximo viernes, puesto que a Rajoy ya le valdrá mayoría simple (es decir, más votos a favor que en contra) para ser investido presidente.

En general, el que ha tenido lugar este miércoles no ha sido un mal debate parlamentario, aunque no haya planteado soluciones de futuro respecto al más que previsible fracaso de Mariano Rajoy. Pero adentrándonos en la forma y fondo de cada uno de los discursos, ¿cuáles han sido las estrategias de los líderes de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos?

Pedro Sánchez, acusador

El líder del Partido Socialista comenzaba su intervención mencionando directamente su negativa a investir como presidente a Mariano Rajoy. Con un discurso que en ocasiones abusaba demasiado del ‘y tú más’, Pedro Sánchez ha escenificado todo un ataque (verbal) frontal contra el Partido Popular de Mariano Rajoy.

Los reproches al Partido Popular se sucedían en todas las partes de su intervención. En primer lugar, Sánchez ha justificado su postura explicando que PP y PSOE son antagónicos, y que su partido “no puede reforzar aquello” que quieren “cambiar”. Tras una profunda refutación de los datos económicos ofrecidos ayer por Rajoy y un repaso a las medidas más impopulares del gobierno del PP, ha quedado patente que el discurso del líder socialista pretendía contraponer las ideologías izquierda y derecha, en todos los campos posibles, para sacudirse la culpa de que la investidura no sale por la negativa del Partido Socialista.

Las presiones a las que ha estado sometido Pedro Sánchez durante estos últimos meses (que venían de su propio partido, de medios de Comunicación, del PP…) han estado muy presentes durante su discurso. Sánchez ha intentado dar la vuelta a la situación intentando mostrar a Rajoy como un chantajista. En concreto, le ha echado en cara duramente la idea que, según él, pretende trasladar a los ciudadanos: “o usted gobierna o elecciones el 25 de diciembre”, “usted o el caos”… decía Sánchez.

La respuesta de Rajoy se producía en un tono socarrón, quizá para intentar resarcirse de las acusaciones de “soporífero” en el discurso de su primera sesión de investidura. En concreto, el candidato a presidente del gobierno ha vuelto a culpar a Sánchez de múltiples “males” para no dejar perder la sensación de que verdaderamente es Sánchez el que obstaculiza la situación y pone en riesgo la seguridad de los españoles.

También llama la atención que Mariano Rajoy no haya mostrado un ápice de humildad en su respuesta a Sánchez, ni siquiera cuando le ha pedido que se abstuviera para facilitar el gobierno.

Pablo Iglesias, duro

La intervención inicial del líder de la coalición Unidos Podemos se ha caracterizado por la estrategia (nada velada) de Iglesias de presentarse como única oposición verdadera al Partido Popular, tanto al principio como al final de su intervención. La verdad es que los espectadores asistían a una pugna de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias sin tapujos por liderar la oposición.

En el plan de Iglesias también cabía presentar a Podemos (o a su coalición) como únicos representantes del pueblo verdadero y no las marionetas de los “señores del IBEX”. Este ataque se refería directamente a Ciudadanos, partido con el que se ha mostrado especialmente duro. Ha llamado a Rivera “chicle del régimen”, “muleta de lo viejo”, “nacido para frenar el cambio”…

Sin embargo, para el PSOE ha tenido palabras más amables. Le ha agradecido a Sánchez que haya aguantado los envites del poder para minarlo y que se abstuviera en la votación, y también se ha mostrado empático cuando ha reconocido que la posición del PSOE era “incómoda”. Sin embargo, con la vista puesta en una alternativa de gobierno al PP o unas hipotéticas futuras elecciones, le ha emplazado a decidirse si están con ellos finalmente o no. “Si quiere terceras elecciones, que lo diga claro”, ha dicho.

Mariano Rajoy ha utilizado en su réplica la ironía como principal recurso para retratar el discurso del líder de Podemos: “Pablo Iglesias es estupendo, el único demócrata, el único que no es corrupto…”. Es necesario decir que Rajoy mejora mucho en la réplica parlamentaria y hace gala de un dominio evidente de la retórica. Se nota también frente a sus opositores más directos: él es el que más experiencia tiene de los cuatro. La ironía ha aplacado la dureza inicial de Pablo Iglesias en las intervenciones posteriores a la réplica de Rajoy.

Albert Rivera, conciliador

Al definirse Ciudadanos como ‘centro’ político e intentar defender esta posición desde su salto a la política nacional, Albert Rivera se ha afanado en mostrarse conciliador entre las disputas de PP y PSOE. Según ha dicho él mismo, tenía el objetivo de “unir a todos los partidos” con su discurso, pero esta intención se traducía en tratar de atraer a Sánchez hacia la abstención en la investidura de Rajoy usando el argumento de las medidas comunes que comparten los pactos que ha firmado cada uno con Ciudadanos, es decir, 100 de un total de 150.

Rivera también se ha presentado a sí mismo como un candidato solvente (para una futura investidura, por ejemplo) en un discurso en el que ha utilizado incluso la metáfora para ‘dibujar’ la idea de un programa de gobierno unido por España. Desarrollando la línea de la solvencia de Rivera, éste no ha dudado en darse múltiples palmaditas en la espalda por el papel político que ha jugado desde las elecciones del 20 de diciembre como parte de su estrategia en el discurso.

La intervención del líder de Ciudadanos también se ha caracterizado por la ausencia de ataques ‘serios’ a su socio para esta investidura, el Partido Popular. La réplica de Mariano Rajoy, por tanto, tampoco ofrecía ataques al discurso de Rivera, y, en general, puede decirse que en el debate, ambos se han tratado con guante de seda.

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