El actor Ángel Ruiz es un viejo conocido de los seguidores de Destino: Wonderland, puesto que su versatilidad vocal e interpretativa le convierten cada poco tiempo en noticia y protagonista de la cartelera teatral (aunque en los últimos tiempos también ha cosechado aplausos y premios por su encarnación de Federico García Lorca en la serie El Ministerio del Tiempo). Actualmente toma el testigo de nombres tan ilustres como Manolo Gómez Bur, José Sazatornil Saza o el de quien da nombre al teatro en que tienen lugar las representaciones (el Fernán Gómez de Madrid) para encarnar al personaje protagonista de La venganza de Don Mendo de Pedro Muñoz Seca hasta el próximo 2 de octubre.
La archifamosa astracanada del autor gaditano continúa en plena forma y es garantía de jocosas carcajadas y momentos de gran hilaridad que el público conoce y anticipa, cantando el texto si algún actor lo olvida o corrigiéndole si cambia alguna palabra o altera el original. Ángel Ruiz asegura que cada función es un disfrute porque la complicidad de los espectadores aparece en cuanto se levanta el telón y su implicación en el enredo supone todo un acicate, “aunque las risas demasiado contagiosas son todo un riesgo porque a veces no podemos evitarlas”. En este montaje dirigido por Jesús Castejón acompañan a Ángel Ruiz, entre otros, Cristina Goyanes, Roberto Quintana, Jesús Cabrero y Karmele Aramburu.
Una vez termine las representaciones de la obra de Muñoz Seca, Ángel Ruiz tendrá poco más de una semana para arrinconar el monólogo de las siete y media y demás peripecias medievales y recuperar uno de los personajes que más prestigio y éxito le han conferido en su ya dilatada y muy meritoria carrera: desde el 10 de octubre y sobre las tablas del Teatro Rialto de Madrid, Miguel de Molina: Al desnudo permitirá que todos aquellos que se quedaron sin verlo hace un tiempo o que los muchísimos que lo hicieron y quieren repetir puedan ser testigos del modo en que Ángel Ruiz, sin imitar ni parodiar, revive al gran Miguel de Molina, se apodera de su esencia y le permite contar su verdad, su dolor, su rencor, sus amarguras, también sus triunfos, sus ironías, su desbordante personalidad.
En tiempos en los que todavía queda mucho que conseguir, mucho que reivindicar, tanta violencia que soportar, es un necesario grito de rebelión y reafirmación que Miguel de Molina pueda alzar aquella voz que intentaron acallar y llamar a las cosas por su nombre, sin ser insultado, zaherido, golpeado, menospreciado por amar a otros hombres, por sus chaquetas llenas de colorido, por negarse a fingir ser quien no era. Lo que Ángel Ruiz consigue es una cima interpretativa, no en vano el público ha reclamado el regreso de este espectáculo unipersonal (sin olvidar la imprescindible participación de César Belda al piano y la dirección de Félix Estaire) en que, partiendo de las memorias del artista, se recrean momentos de su vida, se recuerdan algunas de sus canciones, se rinde tributo a alguien que se adelantó a cualquier tiempo.
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