Ya sea en el rol de empresaria, como de ejecutiva o madre, una de las cuestiones que más preocupan es cómo motivar a las personas que nos rodean, cómo hacer para estimularles y que quieran hacer algo, que aporten lo mejor de si mismos. La palabra ‘motivar’ proviene del latín –motus- y significa causa del movimiento. Hablamos, entonces, de generar movimiento. ¿De dónde proviene la energía para generarlo? Claramente, desde el interior, desde nosotros mismos. La movilización de esa energía sólo nos corresponde a cada uno de nosotros. Dicho de otra manera: nos pertenece. Podemos utilizar la siguiente analogía para explicarlo: uno puede mandar a su hijo a irse a la cama, pero no puede obligarle a que se duerma. Podemos exigirle que preste atención en la clase de música, pero no con ello lograremos que le guste más la música, que se motive.
Los factores externos pueden ayudar a no desmotivar o a permitir encontrar los elementos que muevan esa energía, pero no son en sí mismos las palancas, éstas son internas. El psicólogo estadounidense David McClelland desarrolló ya hace algunas décadas su teoría de las necesidades y estableció que la motivación de las personas se debe básicamente a la búsqueda de satisfacción de tres necesidades dominantes: la necesidad de logro, de afiliación y de poder. Logro, Afiliación y Poder son las tres palancas internas que nos mueven, a saber:
- Logro: alcanzar metas, objetivos, el deseo de superar desafíos, luchar por el éxito y tener un sentido de realización. Conseguir resultados, superarse.
- Afiliación: relaciones interpersonales, la interacción, el sentido de pertenencia, el trabajo en equipo. Llevarse bien con los demás, ser querido.
- Poder: necesidad de influir, de tener el control, asumir la responsabilidad, de tomar decisiones. Influir en otros, cambiar las cosas.
Lo que dice McClelland es que todos tenemos estas tres palancas y a su vez tenemos un orden de preferencias, es decir, hay alguna de las tres que nos mueve más. Tenemos una especie de ranking entre ellas. Por lo tanto para poder motivar es fundamental conocer cuál de estas palancas es la que prefiere la otra persona, sea un empleado, un colaborador, un hijo. Si podemos identificar de forma precisa los motivos de otras personas, podremos predecir mejor cómo se comportarán en determinadas situaciones y lo que es más importante: podremos ser más efectivos a la hora de liderarles.
Para identificar estos factores, podemos encontrar pistas muy claras, tanto a nivel laboral como personal: ¿prefiere trabajar sólo o en equipo? ¿Es el que le gusta organizar las vacaciones/cumpleaños/despedida de soltero? ¿Es competitivo y le gustan los retos? ¿Le gusta tomar decisiones o prefiere que sean otros las que las tomen? Las motivaciones son muy importantes porque en buena medida condicionan la manera en que percibimos las cosas y por lo tanto nuestros pensamientos, comportamientos y sobre todo: expectativas. Esperamos encontrar en aquello que hacemos lo que nos gusta, lo que nos mueve. Podremos gestionar mejor las expectativas de los demás cuanto mejor conozcamos sus motivaciones. No somos todos iguales y no “nos mueven” a todos las mismas cosas por igual.
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