¿Dirías que el uso recurrente de Facebook y otras redes sociales está influyendo negativamente en nuestro cerebro y, en concreto, en nuestra capacidad para recordar? La mayoría de nosotros emitiríamos una respuesta afirmativa si, por ejemplo, nos pidieran que recitásemos de memoria las fechas de cumpleaños de diez de nuestros amigos de toda la vida o de esos compañeros de trabajo con los que coincidimos casi a diario. Pero ¿qué tiene que decir la ciencia sobre la externalización de la memoria personal a herramientas virtuales? Neurólogos y expertos en trastornos de memoria han intentado responder a esta pregunta en numerosas ocasiones.
Estos científicos tenían claro que el hecho de que un individuo escriba sobre sus vivencias o las comparta con otras personas ayuda a que reflexione sobre ellas y a que tienda a recordar mejor esos acontecimientos. Sin embargo, hasta ahora ninguna respuesta estaba avalada por la evidencia científica y menos, relacionándolo con las herramientas de Comunicación que han surgido en los últimos años. Investigadores en el campo de la memoria y la conducta de la Universidad de Cornell en Ithaca (Nueva York) acaban de desvelar los hallazgos del primer estudio en el que se examina el efecto de las redes sociales en la memoria humana.
La investigación arroja una nueva luz sobre las teorías de memoria y tiene importantes implicaciones en las teorías sobre la construcción del “yo” autobiográfico en la era digital. Entre sus principales conclusiones se extrae que la publicación de experiencias personales en redes sociales permite que esos acontecimientos sean mucho más fáciles de recordar a la larga.
Wang Qi, autora principal del estudio y profesor de desarrollo humano en el College of Human Ecology, indica que “si la gente quiere recordar experiencias personales, la mejor manera es compartirla en el entorno online”. Y argumenta que “los blogs y las redes sociales como Facebook o Instagram proporcionan una importante herramienta para que nuestro cerebro mantenga vivos los recuerdos”.
¿Cómo influye Facebook en la construcción del “yo”?
El estudio detalla que la retroalimentación social que se produce inmediatamente después del proceso de trasladar una experiencia o acontecimiento a nuestro perfil de Facebook, permite al individuo reflexionar sobre sus propias experiencias y darle cierta relevancia. “El acto de publicar en blogs o redes sociales desempeña un papel importante en la construcción del yo, pues en el proceso de recordar, evaluar y compartir con los demás nuestros recuerdos de experiencias personales de nuestras vidas creamos un sentido de nosotros mismos. Y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Solo pensamos: ‘Oh, voy a escribirlo así de bonito para que mis amigos lo lean’; pero en la configuración de la forma en que recordamos nuestras experiencias, se perfila lo que somos”, asegura Wang.
Además, las funciones interactivas de algunas redes sociales han facilitado que algunos de los recuerdos que hemos publicado resurjan con el tiempo. Es el caso de Facebook, que muestra periódicamente a los usuarios algunas fotos y publicaciones de años anteriores para recordarles dónde estaban en aquel momento, lo que obliga al usuario a revisar sus vivencias. “En este caso, la selección no se realiza por nuestra propia mente, que a menudo se comporta de forma selectiva, sino que media un recurso externo, por lo que se moldea la forma en la que recordamos nuestras experiencias e incluso en la que nos vemos a nosotros mismos”.
Las experiencias publicadas en Facebook calan mejor en nuestra memoria
La investigación “La externalización autoautobiográfica: compartir recuerdos personales online facilita la retención de la memoria” apareció publicada en una edición reciente de la revista Memoria. Wang y los co-autores de este estudio, pertenecientes a la Universidad de Pekín, pidieron a 66 estudiantes de la Universidad de Cornell que mantuvieran actualizado un diario de sus experiencias durante toda una semana. Los participantes describen brevemente los acontecimientos que les sucedieron cada día, con exclusión de las rutinas diarias, tales como “he tomado el desayuno”.
Para cada ocasión especificaron si habían publicado esa experiencia a través de sus perfiles en redes sociales y, en escalas de cinco puntos, calificaron la importancia personal que les merecía el evento y la intensidad emocional que les había producido. Al final de la semana y los días posteriores, los estudiantes fueron examinados por sorpresa. Los investigadores les pidieron que enumeraran el número de eventos que pudieran recordar. ¿El resultado? Los eventos publicados online eran más propensos a ser recordados que los que no estaban subidos a Internet independientemente de la puntuación asignada.
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