En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

Peligro de tsunami en las redes sociales

Gerardo Miguel

La muerte de un torero en la plaza de toros de Teruel generó un tsunami en las redes sociales a cuenta de los comentarios, cuanto menos desafortunados y desagradables, realizados por algunos de sus usuarios. De lo ocurrido durante las jornadas posteriores al trágico suceso se pueden sacar algunas enseñanzas que conviene no dejar caer en el olvido. 

Nos estamos acostumbrando a exponer nuestras ideas, opiniones, comentarios, chistes (con o sin gracia), etcétera, a través de las redes sociales. En el pasado, salvo en contadas excepciones, aquellos que ejercían un cargo que les permitía tener una tribuna para llegar a la opinión pública, las opiniones que lanzábamos no tenía más alcance que el entorno en el que se exponían, generalmente entre nuestra familia, amigos, conocidos o entre aquellos desconocidos que, en ese  preciso momento, se encontraban a nuestro alrededor. Hoy, gracias a la gran plaza pública que representan las redes sociales, todo eso ha cambiado. Lo que decimos, ya sea en unos pocos caracteres o mediante una ‘reflexión’ más amplia, puede alcanzar una difusión que, en muchas ocasiones, somos incapaces de controlar. Uno puede tener un escaso número de seguidores o amigos, pero gracias a la capacidad que las redes ofrecen para compartir nuestras opiniones, éstas pueden viralizarse y traspasar unas fronteras que no podíamos imaginar. Así, algo que creíamos que no tendría ninguna trascendencia puede generarnos  algo más que un dolor de cabeza.

Las redes sociales son un impresionante medio de comunicación. Nos ofrece una ventana por la que exponer y difundir nuestras ideas y opiniones, pero no están exentas de riesgos. Debemos ser muy conscientes de lo que escribimos o transmitimos a través de ellas. Conviene leer o revisar antes de publicar en la red y analizar la trascendencia de lo que lanzamos a “la plaza pública” para no llevarnos sorpresas desagradables.

Como en la vida misma, las redes sociales están llenas de provocadores que, escondidos o no en el anonimato, buscan reacciones entre los que les leen, ven o escuchan. Algunos de ellos son de todos conocidos, por lo que no es raro que cuando se produce un suceso de estas u otras características similares se suela acudir a sus timelines para ver si ha dado su opinión sobre él. Muchos de ellos sólo buscan provocar un tsunami en las redes, que se hable de ellos aunque sea mal. Son personajes que están en las redes como también lo estaban, y lo están, en nuestros entornos familiares, es decir, el clásico ‘cuñado pesado’ o ‘el malote de la clase’ que siempre utilizaba cualquier excusa para liarla en el colegio. Tener esto claro y evitar caer en las provocaciones puede ayudarnos en nuestras actuaciones en las redes sociales.

Lo que hacemos en las redes sociales puede tener repercusiones sobre terceros. Algunos comentarios vertidos en las redes por usuarios en sus perfiles personales sobre el trágico suceso de la muerte de un torero han tenido consecuencias en la reputación e imagen de algunas marcas que, sin comerlo ni beberlo, se han visto salpicadas por la polémica. Por ejemplo, la compañía que había elegido como imagen de la marca de uno de sus productos a un conocido youtuber. Éste, tras el trágico suceso, publicó algunos comentarios en los que dejaba ver que se alegraba de lo sucedido. Opiniones que generaron la indignación de una parte de los usuarios de las redes que comenzaron a solicitar el boicot a los productos de la marca. El ‘ruido mediático’ generado provocó la reacción de la marca anunciando que, a raíz de lo ocurrido, el youtuber dejaba de ser imagen de su producto.

No es la primera vez que una campaña ha tenido que interrumpirse prematuramente debido a las opiniones vertidas por algunos de los actores o personajes que las protagonizaban. Si bien es cierto que las opiniones son responsabilidad de quienes las vierten, no lo es menos que, en ocasiones, no se suele discriminar entre las opiniones de una persona y una organización y se coge el todo por la parte. En este caso, la vinculación del youtuber con la marca viene determinada por su participación en la campaña publicitaria, pero el daño para la organización se ha producido por la decisión de contratarle como imagen de su producto sin valorar lo que sus opiniones podrían generar en un momento determinado. A veces utilizar a determinados influencers tiene sus riesgos.

Hay otros factores a tener en cuenta. En las redes sociales, para una gran parte de los usuarios, los límites entre las opiniones particulares y las de la organización quedan muy difuminados e, incluso, puede que no existan, sobre todo cuando quien las realiza es identificado, bien expresamente o porque así es reconocido socialmente, como un miembro destacado de las mismas. En estos casos, a mucha gente le cuesta discriminar entre lo que es la opinión del sujeto con lo que es la opinión de la organización a la que representa o de la que es imagen. Puede resultar tan injusto como imposible de evitar. Por ello, lo mejor es tener en cuenta que cuando damos una opinión debemos valorar si eso puede tener alguna implicación en la organización hasta el punto de provocar un tsunami que nos arrastre.

Por Gerardo Miguel, Consultor Senior de Estudio de Comunicación 

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