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Iñaki Miramón es uno de los actores más queridos por el público y por la profesión (todos hablan de su generosidad y compañerismo) desde que saltase a la fama a mediados de los años 80 del siglo XX gracias a dos series como Página de sucesos y, sobre todo, Media naranja. Rostro asiduo de la pequeña pantalla (en la actualidad puede vérsele en la nueva temporada de Amar es para siempre), Iñaki Miramón nunca abandona las tablas, suele enlazar un montaje con otro, en la actualidad representa Héroes en el Teatro Reina Victoria de Madrid junto a Juan Gea y el reaparecido Luis Varela, coliseo del que se despedirán el 20 de noviembre para continuar una gira que tiene como próxima plaza el Teatro Zorrilla de Valladolid.
Héroes es una función original de Gérald Sibleyras que arrasa por donde pasa (obtuvo el Olivier a la mejor comedia, candidata a los Molière) y narra la historia de tres veteranos de la Primera Guerra Mundial que no desean compartir su rincón favorito con el resto de internos del hospital militar donde pasan sus últimos días. Iñaki Miramón se muestra muy feliz por interpretar una comedia muy sutil que tiene diferentes niveles de comprensión y dramatismo “pero cada espectador decide hasta qué capa quiere llegar: hay quien sólo pasa un rato fantástico, hay quien profundiza en lo que allí sucede, hay quien estudia atentamente las tres personalidades que encarnamos”.
Iñaki Miramón da vida a Philippe, que sufre constantes desmayos debido a un trozo de metralla que tiene alojado en el cerebro y no desea tener contacto con su hermana, entregando las cartas que recibe a otro de sus compañeros para que las lea y responda. Su tantas veces aplaudida naturalidad, perfectamente combinada con el buen hacer de Juan Gea y Luis Varela, añade la dosis adecuada de ternura y humanidad para que el público empatice con lo que acontece en el escenario, estando a ratos de acuerdo con uno, a ratos con el otro e incluso a favor de un curioso cuarto integrante del elenco del que conviene no desvelar su identidad.
Pablo Vilaboy recuerda el momento en que John Travolta se hizo tremendamente popular y transformó en todo un icono gracias a Fiebre del sábado noche en 1977. La película de John Badham, al margen de constituir todo un fenómeno en sí misma, elevó a las cotas más altas de éxito y ventas la música de The Bee Gees, fundamentales en el modo en que el filme caló en público de todo el mundo. Sus canciones (que formaban parte de un trabajo previo del trío de hermanos, Night Fever que, además, sirvió para encontrar el título definitivo) se integraron a la perfección con las imágenes (y las unas son indisociables de las otras y viceversa), a pesar de que durante el rodaje Travolta bailó otra música.
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