A través de la mira telescópica del fusil de un francotirador se ven ruinas y, de repente, un objetivo listo para ser abatido. El francotirador, concentrado, sigue al objetivo con la mira y, sin previo aviso, dispara y el objetivo se desploma. Esta es una de las escenas más impactantes de una famosa película de la factoría Hollywood, El Francotirador (American Sniper, dirigida por Clint Eastwood). Y también es una reproducción exacta de un vídeo de propaganda de Estado Islámico.
Uno de los pilares fundamentales de la estrategia de comunicación de ISIS es servirse de esquemas mentales y estéticos conocidos (y aceptados) por Occidente, por lo que reproducir escenas de películas o argumentos de videojuegos (como Call Of Duty) es material habitual en los vídeos producidos por ISIS. Este hecho obedece a una instancia mayor: lo que EI pretende es embellecer el miedo, sabiendo aprovechar el hecho de que en Occidente el terror y la violencia se consumen como entretenimiento. Eso sí, descontextualizándolo: mientras en Occidente se usan en el plano ‘cultural’, el autonombrado califato los traslada a la realidad.
El objetivo último de esta estrategia en particular es la radicalización de los jóvenes, y estas campañas se dirigen principalmente a los europeos. Así lo ha puesto de relevancia Alejandro Romero, fundador y CEO de Alta Dato Analytics, durante el VIII Desayuno Post Digital de la agencia de comunicación Neolabels dedicado a presentar un estudio acerca de la comunicación de Estado Islámico. El estudio se realizó durante los meses de abril y mayo de este año y analizó 17 campañas lanzadas por la organización terrorista, además de toda su infraestructura digital y de medios.
Aunque las campañas vayan dirigidas a Europa, el idioma en el que se producen es lo menos importante en este caso. “Se genera engagement en todos los países por la fuerza de las imágenes. No hace falta saber el idioma para entender los vídeos”, explica Romero.
Soldados ‘hipster’ y poca religión
Según datos de Naciones Unidas, aproximadamente 35.000 personas se han unido al ‘califato’ desde 2015, con lo cual la comunicación que desde el mismo se realiza es muy efectiva. Para entender el fenómeno de radicalización es necesario pararse a analizar los soldados que aparecen en los vídeos y fotografías que se muestran: tienen una imagen fresca y joven. Según Alejandro Romero, los soldados que se muestran al mundo son modernos, guapos, con un toque hipster por la barba…, nada que ver con la imagen de terrorista islámico que asociamos en Occidente.
En cuanto a los mensajes, es importante matizar que la religión no ocupa un lugar preponderante en las entrevistas o los vídeos que distribuyen. “Casi nunca hablan de religión, sino que hablan de gobierno (no hay que olvidar que persiguen la creación de un Nuevo Orden Mundial) y nunca salen líderes importantes” de la organización, resume Alejandro Romero.
Simplificación y segmentación
“Sofisticación” es la palabra más utilizada por Romero para definir la estrategia comunicativa de Estado Islámico. Tanto en los mensajes como en las estrategias y en la infraestructura digital.
La estrategia de comunicación de la organización terrorista se bifurca en dos sentidos. Por un lado, la simplificación de mensajes y, por otro, la segmentación de públicos. En cuanto a la simplificación, destacan los mensajes, emocionales principalmente, y presentados en formatos asequibles: infografías (como las que utilizan los medios en las redes sociales), por ejemplo. Esta circunstancia nos lleva la segmentación de públicos: se busca convencer a los millenials utilizando este tipo de tácticas con un objetivo de radicalización a largo plazo.
Recursos y medios técnicos
Estado Islámico cuenta con cuatro revistas internacionales que se distribuyen en cuatro idiomas, un equipo de comunicación que tiene su propia web y hasta una agencia de noticias. También tienen una productora audiovisual que genera contenidos en forma de campañas digitales, vídeos o newsletters.
Las campañas se distribuyen utilizando las plataformas digitales y redes sociales más comunes. Y se multiplican una y otra vez gracias a individuos ya radicalizados y bots. El uso de bots es una estrategia ampliamente utilizada en redes sociales como Twitter, incluso por los partidos políticos. Sin embargo, Estado Islámico los utiliza de una manera más sofisticada. La estrategia típica del uso de bots es utilizarlos para transmitir mensajes que calen en individuos ‘reales’ que las reproduzcan sin parar. EI lo hace al contrario, sus bots aparecen al final de la campaña para que Twitter tarde más en detectarlos y tumbarlos. En este sentido, es importante subrayar el compromiso de todas las redes sociales en contra de la radicalización. Puede concluirse que tienen bastante efectividad borrando contenidos, pero es necesario que reduzcan su tiempo de reacción.
Pero, ¿funcionan estas campañas? Romero concluye que sí. Y lo hacen a pesar de no “ser masivas”. Pero el CEO de Alta Data Analytics subraya otra circunstancia vital para que la estrategia de la organización terrorista llegue a la población: no existen contra-narrativas que frenen este tipo de mensajes, por lo que estas campañas al final generan engagement.
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