El Hospital Nisa Pardo de Aravaca ha presentado hoy su nueva Unidad de Neurocirugía Funcional, un servicio que permitirá tratar la Enfermedad del Parkinson y disminuir sus efectos a través de los avances más novedosos en Estimulación Cerebral Profunda (ECP). Actualmente, casi 300.000 españoles están diagnosticados de Parkinson, alrededor de 6.400 casos al año, que se registran en pacientes cada vez más jóvenes. La Federación Española de Parkinson estima que un 15% de los afectados de Parkinson avanzado no reciben un tratamiento adecuado. La ECP, si bien no es un tratamiento que elimine definitivamente esta enfermedad y sus consecuencias, mejora de manera significativa la calidad de vida de los pacientes que la sufren.
El tratamiento en el Hospital Nisa Pardo de Aravaca incluye grandes novedades: la primera, el uso de sistemas direccionales, que permiten conformar la estimulación cerebral en función de las necesidades individuales de cada paciente: se puede estimular, tanto alrededor del electrodo como de forma focalizada, sólo hacia una dirección específica del mismo, y se evita incidir en otras zonas innecesarias, lo que hacen que sea un tratamiento absolutamente innovador y diferencial. De esta manera, se optimizan los resultados y se reducen los efectos adversos asociados a esta técnica. La segunda: el tratamiento incluye los sistemas con la mayor longevidad en este tipo de terapias, por lo que disminuye la necesidad de recambios.
El equipo al cargo de este novedoso servicio está liderado por los Drs. Juan Antonio Barcia y Fernando Seijo, pioneros en la introducción en España de tecnologías innovadoras para el tratamiento de enfermedades neurológicas. Ambos acumulan una amplia experiencia asistencial, investigadora y docente y más de 725 implantes de ECP. Además de la enfermedad de Parkinson, la Unidad de Neurocirugía Funcional podrá tratar a pacientes diagnosticados de distonía, es decir, trastornos del movimiento que producen contracciones involuntarias de los músculos, temblor esencial, así como a pacientes de dolor neuropático. Finalmente, algunas enfermedades psiquiátricas también pueden ser abordadas con este tipo de tratamientos.
¿Cómo funciona la ECP?
A través del tratamiento de ECP, el equipo médico puede reducir importantemente los efectos de la Enfermedad de Parkinson: temblores, y rigidez, dolor, torsiones musculares… Los enfermos ganan en calidad de vida: mejora su día a día, su dosis de medicación se reduce y, por tanto, también algunos de los efectos secundarios asociados a ella. Gracias al tratamiento, pueden volver a realizar sus actividades diarias de manera normal.
La ECP es un procedimiento no lesivo y reversible que se emplea a nivel internacional desde hace más de dos décadas, en las que se ha consolidado como el tratamiento más eficaz para casos de Parkinson en estado avanzado, con un índice de fiabilidad por electrodo implantado del 95,6%. La seguridad a largo plazo de la ECP está bien establecida por diferentes organismos, como el instituto inglés NICE o la agencia francesa ANAES.
Un vistazo rápido: enfermedades que aborda la Unidad de Neurocirugía Funcional
La Enfermedad del Parkinson es una afección neurodegenerativa que se produce por una deficiencia de las células productoras de dopamina, la sustancia que el cerebro utiliza para la transmisión de señales. La escasez de dopamina provoca la aparición de los síntomas de esta enfermedad crónica, de la que no se conocen aun los motivos exactos de su aparición.
Efectos motores similares a los de la Enfermedad del Parkinson son también los producidos por la distonía, es decir, el trastorno del movimiento que causa contracciones involuntarias de los músculos, que dan como resultado torsiones y movimientos repetitivos y, en ocasiones, dolorosos, y que interfieren en el día a día.
La distonía afecta a más de 500.000 personas en toda Europa, incluidos hombres, mujeres y niños de todas las edades. La nueva unidad también trata los efectos producidos por el temblor patológico. El dolor crónico está presente en uno de cada cinco europeos, según la Federación Europea del Dolor y afecta a su capacidad de llevar una vida laboral, social y familiar productiva. Muchas personas lo sufren durante al menos dos años, y algunas, hasta más de 20 años. Dada la complejidad del dolor crónico y sus diversos síntomas, a menudo es difícil identificar la causa exacta y la mejor manera de tratarlo.
La terapia de neuroestimulación no cura el dolor crónico definitivamente pero puede producir un alivio muy eficaz al combinarla con medicamentos y otros tratamientos. En estos casos, el procedimiento puede realizarse, bien a través de la estimulación cerebral, bien a través de la estimulación en la médula espinal del afectado.