Hace exactamente un año Antonio Caño remecía el mundo periodístico certificando de manera oficial el “fin del papel”. En una carta abierta dirigida a su redacción y a sus lectores, el director de El País anunciaba la imparable transformación digital del diario e indicaba que se publicaría una edición impresa del diario de la mayor calidad “durante todo el tiempo que fuese posible”. Un año después, las cosas no parecen cambiar. Además, el diario tiene menos lectores digitales y en papel y la redacción no termina de entender esta revolución.
¿El País deja de editarse en papel? Era la pregunta que miles de lectores se hacía exactamente hace un año –el 3 de marzo- después de una mesiánica carta en la que Antonio Caño certificaba el fin –aunque sin fecha- de la edición en papel del periódico. La misiva abierta explicaba oficialmente que el diario pasaba a ser exclusivamente digital y que el papel se transformaba en un complemento que seguiría vivo el tiempo que fuese posible. Esto implicaba además cambiar radicalmente las mecánicas de trabajo y la manera de entender el periodismo.
Los cambios que sucedieron a este anuncio fueron estéticos y de contenidos. Lo primero que hizo Caño fue montar una redacción completamente nueva con sitios físicos orientados a la volatilidad del trabajo del periodista, ya que nadie pasaría a tener un sitio fijo. Los periodistas trabajarían desde cualquier sitio, con el solo compromiso de enviar sus historias en el tiempo convenido. Se borraba la sensación de pertenencia física a una redacción.
Se creó además una mesa de edición de una veintena de personas que pasaba a decidir cuándo, cómo y dónde se publicaban las historias. De esta manera, ningún soporte tendría ya predominio sobre otro. Se inauguraba oficialmente la guerra de El País por el click. Desde dirección se exigía a los redactores temas virales, de impacto en redes sociales y que diesen paso a grandes polémicas. Se olvidaban de los temas de largo aliento y los que requiriesen un mayor trabajo de investigación y de contrastación de fuentes.
El País se hunde en internet y en el papel
Muchas de estas medidas han mantenido a Caño enfrentado con su redacción durante los últimos meses. La mayoría de los profesionales históricos no comulgan con este nuevo modelo, unos roces que se han acrecentado por las polémicas políticas en las que se ha vuelto envuelta la cabecera durante este último año. Todo estalló cuando Pedro Sánchez reveló en Salvados que El País le había presionado para que el PSOE votase a favor de la investidura de Mariano Rajoy, aunque las críticas a la derechización del diario y al sometimiento a los poderes empresariales y políticos vienen de largo, y en gran parte tienen relación con la gestión de Antonio Caño, muy cercana a las élites.
En un año, el balance estrictamente operativo de El País tampoco es para tirar cohetes. El diario cerraba 2016 con menos lectores que en 2015. Sus ventas en papel cerraron en 2016 en una media de 117.900 ejemplares diarios, un 13,9% menos que los 136.800 de 2015. Lo mismo que su difusión que se quedó en 194.005 números, un 12,4% menos que los 221.300 con los que cerró 2015. El EGM reflejó en diciembre pasado que han perdido un 16,2% de sus lectores hasta quedarse con 1.217.000. Y todo ello, mientras El País en papel sigue imprimiéndose, básicamente con las mistas pautas y estilo que hace un año, cuando su propio director anunció indirectamente su defunción
Por su parte, elpais.com ha perdido en enero el liderazgo digital a manos de elmundo.es, El diario ha perdido 2,2 millones de usuarios únicos entre diciembre de 2015 y el mismo mes de 2016. Han cerrado con 14,6 millones de usuarios únicos, una caída del 12%. En términos comerciales las cosas han resultado un poco mejor con una caída del 3% en el papel, la mitad de caída del mercado, y con un 20% de crecimiento digital. El diario ha cerrado por tanto con ligeros beneficios en 2016.
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