En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

La demanda de tratamientos de rejuvenecimiento facial no quirúrgicos se incrementa un 10% en un año

La demanda de técnicas de rejuvenecimiento facial no quirúrgicas ha aumentado un 10% en el periodo 2015-2016, según datos facilitados hoy en el Congreso de Residentes que, sobre este tipo de tratamientos, está celebrando en Barcelona la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética (SECPRE). Entre dichas técnicas, las más populares son los rellenos dérmicos con ácido hialurónico y el tratamiento con toxina botulínica. Ambos, según ha quedado de manifiesto también en el mencionado evento, suponen juntos entre el 60% y el 65% del total de los tratamientos médico-estéticos que se realizan actualmente en nuestro país.

“El motivo de su auge tiene origen en su carácter mínimamente invasivo, lo que, a su vez, conlleva que sean técnicas asequibles económicamente y rápidas desde el punto de vista clínico”, ha explicado la Dra. Eva Guisantes, co-directora, como miembro de SECPRE, del Congreso de Residentes sobre Rejuvenecimiento Facial No Quirúrgico junto al Dr. Jesús Benito, vicepresidente de Cirugía Estética de la misma Sociedad. Son las mujeres quienes, a día de hoy, demandan de forma mayoritaria este tipo de tratamientos, aunque cada vez más hombres se animan a probarlos. El rango de edades es tan amplio que abarca desde jóvenes a partir de los 30 años hasta pacientes que superan los 80.

Ácido hialurónico para reponer volumen y toxina botulínica para arrugas dinámicas

En palabras de la Dra. Guisantes, “el ácido hialurónico es una molécula con una altísima capacidad de hidratar, además de hacer de soporte de la matriz extracelular, esto es, el líquido que hay entre las células del cuerpo. Por ello, funciona muy bien como restaurador de volumen y es muy útil para rellenar arrugas como las nasogenianas, que salen en los laterales de la nariz”. Respecto a la toxina botulínica, la co-directora del Congreso de Residentes de la SECPRE explica que “su función es la de relajar los músculos donde haya arrugas que dependan de la contracción de los mismos, lo que llamamos arrugas dinámicas o arrugas de expresión, que normalmente son las que se encuentran en la frente o cuando fruncimos el entrecejo. De hecho, esta técnica sólo está aprobada para uso estético en el tercio superior de la cara, concretamente en la zona glabelar (entrecejo)”.

Tratamientos complementarios a los quirúrgicos, no excluyentes

“Los pacientes que recurren al rejuvenecimiento facial no quirúrgico son, sobre todo, personas acostumbradas a cuidar su imagen desde muy jóvenes”, afirma la Dra. Guisantes, quien apunta que los mayores de 60 años no disponían hace apenas una o dos décadas de estas técnicas y tenían que recurrir directamente al lifting facial: “No obstante, quienes solicitan ahora tratamientos mínimamente invasivos con 30 o 40 años de edad lo que hacen es dilatar en el tiempo una posible cirugía que los complemente”.

A día de hoy, el 60% de los tratamientos estéticos faciales que se practican en España son no quirúrgicos, frente al 40% de los que conllevan una cirugía. La Dra. Guisantes insiste en que “no estamos hablando de técnicas excluyentes, sino complementarias, pues, en muchos casos, se realiza el proceso contrario, recurriendo, tras pasar por el quirófano, a tratamientos no quirúrgicos para reforzar y mejorar los resultados de un lifting”. Ocurre, además, que estos tratamientos mínimamente invasivos pueden aplicarse también con finalidad preventiva, ya que permiten actuar sobre zonas menos susceptibles de tratarse con el lifting, como las arrugas de expresión, las denominadas “patas de gallo” y las arrugas en el entrecejo o la frente.

En general, en los últimos años, la práctica clínica en rejuvenecimiento facial ha evolucionado desde las teorías gravitacionales -centradas en corregir los tejidos que se descuelgan con el paso del tiempo- a las volumétricas, encaminadas a restaurar el volumen perdido.  En las gravitacionales se recurría más al lifting para estirar y tensar la piel, mientras que ahora se tiende a combinar estiramiento y tensión con la restauración del volumen allá donde se ha perdido, sobre todo en mejillas y pómulos, para lo que se emplean, sobre todo, los rellenos de ácido hialurónico.

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