En la Tierra a sábado, noviembre 23, 2024

Gonzalo Garnica (Garnica & Navarro Comunicación): consejos para no morir de sed al hablar y escribir

El gran Agustín Medina, docente de la Escuela Internacional de Comunicación y maestro indiscutible de todos los que nos dedicamos a esto de la comunicación, hace poco ponía de relieve la gran paradoja de los medios en la actualidad con el siguiente símil: “Cuando se produce una gran inundación, lo primero que escasea es el agua potable”.

Y efectivamente, en esta época de sobreabundancia de medios digitales y de redes sociales, ahora que todos estamos conectados prácticamente las veinticuatro horas y recibimos por todos los canales  infinidad de noticias, comentarios y valoraciones, lo primero que echamos en falta es información cierta y creíble, asediados como estamos por falsedades, manipulaciones y rumores extendidos, que en la neolengua de Internet se llaman ahora respectivamente  “fakes”, “troleos” y “trending topics”.

En resumen, que estando con el agua al cuello, en lugar de morir ahogados por el  exceso de información, nos morimos de sed por no poder ingerir ni una gota de ese líquido que nos rodea y que se ha vuelto tóxico.

Este aserto, que vale para el contenido de la comunicación, vale también para el continente, para la forma: nunca como ahora se escribe y se habla más, y nunca como ahora se escribe y se habla peor.

Y no nos referimos solamente al atroz lenguaje sintético de WhatsApp,  o a la necesidad que impone Twitter  de encerrar un mensaje en un microblog de ciento cuarenta caracteres.  Quizás eso sea lo de menos.

Más grave es la pérdida de la corrección sintáctica, la extensión generalizada de las faltas de ortografía y acentuación más brutales,  y las construcciones gramaticales que hacen casi ininteligibles los textos de hasta los políticos más relevantes.

Lo curioso es que las propias redes, que son implacables frente a cualquier error, también lo son ante las agresiones al lenguaje y se burlan cruelmente de quienes incurren en ellas. Para nada pasan por alto la ignorancia  o el apresuramiento de quienes escriben (o hablan) incorrectamente, y menos si eso cambia el sentido de lo que se quiere decir.

La figura del community manager debería ser la responsable de mitigar estos defectos hasta hacerlos desparecer, pero en muchas ocasiones estos profesionales, al servicio de empresas, instituciones o personajes públicos, son los primeros en no estar dotados de las habilidades que les permitan construir correctamente una nota de prensa, una declaración institucional o un simple tuit. Y no por falta de conocimientos, sino por haberse acostumbrado a convivir con las frases mal construidas y con las falta de ortografía.

Pero insistamos, la sociedad y las propias redes siguen teniendo en gran estima el estilo cuidado en el lenguaje y aprecia y respeta a quienes hacen gala del mismo. Así que para no morir de sed en este diluvio de información que hace tiempo disfrutamos (o padecemos), una salida para los profesionales de los departamentos y agencias de comunicación, los community manager y todos los que tengan como responsabilidad cuidar la imagen de empresas e instituciones,  es dedicar parte de su tiempo, quizá no más de 30 horas, un día a la semana o por qué no, un día del fin de semana, a actualizarse y fortalecer sus habilidades por ejemplo en redacción corporativa, una disciplina que les permitirá como profesionales, ofertar a las audiencias, mensajes potables, tanto en fondo como forma.

Escrito por Gonzalo Garnica, Garnica & Navarro Comunicación.

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