La Semana Santa de este año 2017 llega en plena crisis para la Prensa española. Los datos del comienzo de este año han sido pésimos, con desplomes del 20% en las ventas de las grandes cabeceras y retrocesos de facturación publicitaria cercanos al 10%, dependiendo del editor. En sólo un trimestre, hemos visto como Vocento ha despedido a una veintena de personas, El País ha anunciado unos quince despidos a ejecutar durante el año, El Mundo está a punto de cerrar la revista Papel y el Grupo Zeta negocia convenios a la baja con reducciones salariales del 20% al 40%.
La Prensa española vive su verdadera Pasión en Semana Santa, aunque a diferencia de la historia de Cristo, no parece que vaya a producirse una Resurrección, y menos antes de este Domingo Santo. Analogías aparte, lo cierto es que la situación es crítica. No es peor que hace un año, pero sí que deja en claro que cualquier mejora de la Prensa intuída en 2015, se ha quedado en nada. La Prensa, tal como la conocemos, tiene pocas posibilidades de sobrevivir en el medio plazo y los datos de este año indican que cada vez queda menos tiempo para que reciba su golpe definitivo.
Y no lo decimos en prnoticias, donde regularmente se nos acusa de ser catastrofistas. Lo dicen los números. El País, el diario más respectado de habla hispana, está a punto de vender menos de 100.000 ejemplares al día, en un país (España) con más de treinta millones de lectores potenciales. Los españoles ya no se interesan por comprar El País, ni ninguno de sus homólogos en papel. El mismo diario registró 15 millones de usuarios únicos en febrero, el mismo mes en que rozó los 100.000 ejemplares de venta.
Ya no hay ninguna discusión respecto a dónde están ahora los lectores, pero parece que los únicos que no se han dado cuenta son los editores, que siguen apostando por estructuras vegetales, productos obsoletos y por fiar el 70% de su publicidad a un periódico en papel que tiene una lectura cada vez más residual. Es el momento de reaccionar. Ha pasado una década, se ha acabado la crisis económica y la publicidad ha vuelto a los medios de Comunicación. Los editores deben darse cuenta que la crisis no es coyuntural y que ya no vale lamentarse a la espera de que las administraciones públicas, o un ERE puntual, salven las cuentas de las compañías. Hay que tomar decisiones de verdad, de lo contrario en 2018 será demasiado tarde.
Los editores deberían reflexionar esta Semana Santa y buscar de verdad su Resurrección, porque si no lo hacen estarán condenados a la desaparición, y mucho antes de lo que muchos piensan.
