En ocasiones aludimos al líder como a aquel profesional con condiciones y capacidades innatas, que genera un efecto arrastre en los demás, que hace que le sigan. Nada más lejos de la realidad…en cuanto a las condiciones y capacidades innatas, me refiero.
El liderazgo no tiene mucho que ver con las posibilidades, esto es lo que son las capacidades, la posibilidad de hacer cosas. Tampoco de innatas, dado que cualquiera puede desarrollar su liderazgo. Y sí de generar influencia en los demás, de ser y actuar de forma coherente, de generar confianza, de ser un ejemplo en el que fijarse, de desarrollar a los otros…ya que el liderazgo tiene más que ver con cómo hacemos las cosas y con las habilidades directivas que potenciamos, que harán que los demás nos reconozcan como líderes.
Es por ello, por lo que el liderazgo se aprende, se entrena, se desarrolla y se ejemplifica en comportamientos concretos.
Cuando hablamos de liderazgo como motor y estilo de la cultura de una compañía, es muy importante que el liderazgo esté alineado con la estrategia y que genere la influencia necesaria en las personas para movilizarlas hacia los objetivos acordados. Para ello, debemos crear un compromiso y un vínculo con el equipo a través de dinámicas concretas, que nos permitan compartir con claridad cuál es la visión a lograr. Además debemos hacer de ese compromiso una relación a largo plazo, donde haya valores culturales sostenibles.
También en muchas ocasiones, visualizamos al líder como un profesional con responsabilidades de gestión de personas, como jefe de un equipo o un departamento de la compañía. Aun pudiendo ser cierto, esta visión es limitada, ya que se basa en la creencia de que para liderar es necesario ser jefe, y esto no es así.
Supongamos que colaboro con una empresa donde formo parte de un equipo de cinco personas en el que no existe un jefe definido. Mis cuatro compañeros son profesionales con cierta experiencia en sus respectivas funciones, son personas que se comprometen con su trabajo, que aportan valor a la empresa y que contribuyen a los resultados desde diferentes perspectivas. Son compañeros de los que tengo mucho que aprender. Digamos que todos ellos son un ejemplo para mí en algún aspecto concreto de sus respectivas áreas. En concreto Juan, además me ayuda a activarme, a tomar mis decisiones y me enseña cómo hace él para desarrollar determinadas funciones que yo también tengo que realizar. Me complementa. Juan es un líder para mí.
Pensemos en el liderazgo como una forma de hacer, de ser y de relacionarnos con los demás, de influirles y de alinear acciones y estrategia a todos los niveles de la compañía.
Pensemos en liderazgo como parte de nuestra cultura de compañía, del cómo somos. Será entonces cuando ese liderazgo será además, contagioso.
José D. Canseco. Managing Director, The Human Touch