Sólo 1 de cada 4 personas sobre las que se narran las noticias son mujeres, según un estudio de The Global Media Monitoring Project (GMMP). Como puede comprobarse, el protagonismo de las mujeres en los medios de comunicación es escaso, pero el tratamiento que de ellas se hace también deja mucho que desear. El ejemplo más representativo, aparte de la sección de Deportes, quizá sea la política, puesto que ocupa mucho espacio informativo en todos los medios.
La imagen que se da de la mujer política está “distorsionada”, tal y como ha afirmado la periodista Cristina de la Hoz en la jornada Gabinetes vs. Periodistas, celebrada este martes en la Universidad Complutense de Madrid. De las mujeres que se dedican a la política se habla, según la propia periodista, con tono “paternalista y displicente”, además de que se les dispensa un “trato doméstico”. Los ejemplos son claros y abundan: a las mujeres políticas se les conoce por su nombre de pila (Soraya, Susana, Rita), si su pareja o cónyuge también se dedican a la política, siempre se recuerda y se le dedican piezas que hablan exclusivamente del tema (véanse Irene Montero y Pablo Iglesias) e, incluso, la ropa o el peinado de las políticas es tema de conversación.
A nadie se le ocurriría hablar de la vestimenta de los políticos varones, siendo paradójico que siempre visten de la misma manera: trajes y corbatas con variaciones mínimas. Los medios, por tanto, hablan así de las mujeres en política porque la igualdad entre hombres y mujeres aún no es una realidad, según se ha reseñado durante la jornada. A estas alturas puede parecer una obviedad decirlo, pero así es. Y los medios de comunicación son una pieza fundamental para lograr la igualdad de género en todos los aspectos.
¿Pueden redimirse los medios? Yolanda Besteiro, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Progresistas habla de una imagen “diferenciada y asimétrica” entre hombres y mujeres en los medios, pero al mismo tiempo proporciona cuatro directrices que pueden ayudar a informar sobre la mujer (en general, no sólo la que se dedica a política) en todos los medios de comunicación.
En primer lugar, lo esencial es dar “protagonismo” a las mujeres y “reconocer su autoridad”: en muchas ocasiones, según resalta Besteiro, a las mujeres se les resta prestigio, también a sus profesiones, y si están presentes, no se les da voz. La segunda directriz es que hay que informar con “igualdad de trato con independencia del género”. Parece algo de Perogrullo, pero, coincidiendo con Cristina de la Hoz, Besteiro afirma que “los medios de comunicación destacan a las mujeres en dimensiones de tipo personal y familiar”. También hay que valorar de manera equivalente las aportaciones de hombres y mujeres, puesto que también se resalta que las mujeres son mujeres por encima de todo lo demás: “mujer científica”, “mujer presidenta”. La última sería que hay que tomar consideración de la posición que ocupan las mujeres, porque “siempre se presenta a los hombres como modelo de referencia”, tal y como indicaba Besteiro.
La importancia del lenguaje
Sin embargo, no hay que perder de vista que los medios de comunicación están compuestos de palabras: son su materia prima. Y, tal y como reseñaba Isabel Tajahuerce, miembro del Consejo del Instituto de Investigaciones Feministas de la UCM, durante la jornada, el castellano “es de los idiomas más patriarcales” que existen.
Por el mismo lenguaje, Tajahuerce cree que el principal problema que sufren las mujeres en su tratamiento por parte de los medios de comunicación es “la falta del reconocimiento de la autoridad”, precisamente porque lo que no se nombra (ni en medios ni en ningún sitio), no existe.
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