Se nos llena la boca al hablar de TVE como un servicio público. De una cadena abierta a todos y hecha para todos. De un canal del que sentirnos orgullosos fuera de nuestras fronteras y de un medio de comunicación cercano que informa de aquello que sea de interés para su heterogénea audiencia. Unas pautas idílicas que no paran de saltar por los aires constantemente.
Si un día la polémica rodea a la emisión en La 2 de la Santa Misa, al día siguiente el problema llega por las denuncias de manipulación en los denostados Telediarios de La 1. Eso sin olvidar los ‘despilfarros’ en programas de productoras amigas de la cúpula de TVE, el derroche de millones en derechos deportivos sin audiencia o de máximo interés o la inversión en ferias taurinas tan criticadas desde algunos sectores sociales.
Y cuando las aguas parecen calmadas en TVE la bomba vuelve a estallar. ¿Por qué la cadena pública, esa al servicio de los ciudadanos se niega a emitir el World Pride de Madrid? Un evento que con independencia de tendencias sexuales es una cita destacada a nivel internacional y que situará durante diez días a Madrid como uno de los epicentros informativos a lo largo y ancho del mundo.
¿Cómo puede TVE alegar falta de rentabilidad en la emisión del World Pride de Madrid cuando sus cuentas anuales demuestran que se destinan millones y millones de euros a otros productos de bajo interés para los espectadores? ¿Por qué los que deciden qué emite y qué no emite TVE tienen un filtro tan sectario que rechaza la evolución y la modernidad? ¿Acaso quieren una televisión pública incapaz de alcanzar el prestigio de sus homólogas europeas? Telemadrid y laSexta lo emitirán… Reflexionemos por qué TVE no.