La semana pasada se celebró en el Hotel Melià Plama Bay la reunión “Debates en VIH: abordaje integral del paciente en VIH”. En esta reunión, iniciativa de Gilead Sciences, destacados doctores en el campo del VIH debatieron el beneficio de la terapia antirretroviral basada en un backbone en contraposición a otras terapias alternativas emergentes no basadas en triple terapia. El objetivo de la sesión fue poner en contexto y debatir las alternativas terapéuticas, con su indicación aprobada, que existen disponibles y su evidencia científica, a fin de analizar, revisar y confirmar el uso apropiado de la triple terapia por su superioridad en términos de eficacia, durabilidad y tolerabilidad (equilibrio riesgo beneficio apropiado) frente a terapias alternativas tales como la biterapia.
Uno de los temas en los que todos los expertos coincidieron es que los profesionales sanitarios y sus pacientes deben reevaluar el impacto que tienen a medio y largo plazo el VIH y la acumulación de toxicidades de los tratamientos antirretrovirales. Por ello, se plantea redefinir el éxito del tratamiento del paciente con VIH e ir más allá de la indetectabilidad de la carga viral. Además, destacaron que las terapias recientemente disponibles y del futuro van hacia fármacos con menor toxicidad con altísimas tasas de eficacia, en general en pastilla única o en formas de liberación prolongada. En la jornada, se destacó que recientemente se ha aprobado un nuevo antirretroviral, TAF, como parte del backbone, que ha demostrado un beneficio en la reducción de las toxicidades frente a los backbones más antiguos, a nivel renal, óseo y sin asociación a un aumento del riesgo cardiovascular, consiguiendo al mismo tiempo elevadas tasas de eficacia.
La triple terapia es el estándar de tratamiento actual y existe un enorme soporte científico que avala este concepto. Existen datos preliminares que hacen pensar que, en determinados tipos de pacientes, reducir el número de fármacos podría ser igual de eficaz, pero estos datos han de confirmarse adecuadamente en ensayos clínicos. Está confirmado que la eficacia de la monoterapia es inferior a la triple terapia, por lo que su utilidad en la clínica también está limitada a pacientes concretos. Por otra parte, la infección VIH es una enfermedad de base inflamatoria, e incluso en pacientes con carga viral suprimida existe un estado de inflamación crónica y de activación inmune. Las terapias alternativas a la triple deben demostrar que poseen una eficacia antiinflamatoria similar a la de la triple terapia para que puedan ser consideradas equivalentes.
Así mismo, en estas jornadas se puso de manifiesto el reto que tienen los especialistas, manejar las co-morbilidades y toxicidades que aparecen en esta población que va envejeciendo, así hay que tratar que éstos pacientes envejezcan de la mejor forma posible, detectando precozmente las comorbilidades y tratándolas adecuadamente, así como siendo proactivo en el cambio a tratamientos con menores toxicidades, seguir la norma de “lo primero es no hacer daño” y cambiar proactivamente antirretrovirales que acumulan toxicidades y asegurar un manejo compartido con otros profesionales sanitarios.
Las necesidades médicas no cubiertas que se presentan a los profesionales en la actualidad son todas aquellas derivadas de las comorbilidades: manejo de la osteoporosis, de la enfermedad cardiovascular. Los pacientes con VIH deben cumplir adecuadamente el tratamiento y estar en contacto permanente con el sistema sanitario, lo que significa otro reto para los médicos que atendemos pacientes con VIH. Todas estas nuevas necesidades exigen soluciones innovadoras e investigación clínica.