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Trabajar en procesos de coaching con mujeres jóvenes y emprendedoras, que empiezan a desarrollar un negocio, no impulsadas por las condiciones coyunturales vividas en los últimos tiempos, sino por una idea empresarial con potencial demanda y que decidieron ofrecerlo al “mercado” son algunas de las aportaciones tan ventajosas que ofrece esta disciplina, sobre todo, si tenemos en cuenta el potencial de todas ellas.
Son mujeres con muchísima valentía y con grandes dosis de humildad, que se decidieron a contratar un proceso de coaching para seguir aprendiendo y como soporte a su nuevo rumbo profesional.
Aspectos tales como la distinción ofrecida por “perfección/excelencia”, así como la necesidad de enfrentarse a una de las emociones reinas en estos contextos como es el “miedo”, además de indispensable, ha resultado ser el mejor modo de constatar y evidenciar en primera persona la contribución del coaching y la mejora de bienestar en las inquietudes despiertas por las mujeres que han osado aproximase a él.
Gestionar la incertidumbre y, en este punto, la herramienta del coaching ayuda mucho a gestionar estas variables inciertas que tan presente están, tanto en entornos empresariales, como en no empresariales.
En el mundo del emprendimiento y/o empresarial se desea que el producto/servicio se pueda comercializar por mucho tiempo, que sea escalable, en definitiva, que crezca. De ahí que las creencias preconcebidas nos suman en el error o en el bloqueo que paraliza y produce “un vértigo” que forzosamente obliga a dejar de realizar y/o emprender determinadas acciones.
Es, a través del coaching, cuando, gracias a la toma de consciencia, además de lograr que “este vértigo” que atormenta, pueda disminuir, se adopten también modos de proceder distintos, a partir de los que proporcionar respuestas y encontrar soluciones que no solo ayuden a sortear limitaciones sino que, al mismo tiempo, procuren un mejor provecho y mejora en la vida de las personas y, en especial, de las mujeres emprendedoras.
Seguiremos informando…
