El verano es tiempo de conciertos. Con este motivo, la Asociación Oír es Clave quiere llamar la atención sobre los peligros para la salud auditiva a los que se enfrentan los músicos en el ejercicio de su profesión. CLAVE advierte que los riesgos no son exclusivos de los músicos. El peligro para los asistentes a un concierto empieza a partir de los 80 dB. Por ello aconseja el uso de tapones y alejarse de la fuente sonora.
La amenaza no afecta solamente al mundo del rock. Los intérpretes de música clásica corren grave riesgo de padecer discapacidad auditiva. Tanto es así, que una sentencia pionera estableció en 2011 que la sordera era una enfermedad profesional. Pero no siempre es reconocida. Es el caso de un profesor del Conservatorio de Palma Mallorca: la Justicia desestimó la petición del músico porque la pérdida de capacidad auditiva le afectó de manera desigual a los dos oídos.
La sentencia explica que se reconoce enfermedad profesional cuando se trata de patologías que afectan de manera simétrica a los dos oídos. ¿Cómo es posible que suceda esto cuando cada vez hay más estudios que demuestran la repercusión incluso de las pérdidas auditivas unilaterales para localizar, oír en ruido, atender y, obviamente, perder la audición en estéreo?
Los músicos de rock están expuestos a niveles que superan los 120 decibelios, un límite muy peligroso para la salud auditiva. La lista de músicos afectados incluye a Brian Johnson (AC/DC), Josele Santiago (Los Enemigos), Phil Collins, Pete Townshend (The Who), Luis Miguel, Midge Ure, Noel Gallagher (Oasis), Ozzy Osbourne, Chris Martin (Coldplay) o Erip Clapton. Midge Ure, por ejemplo, usa tapones hechos a medida con los que puede oír durante las actuaciones.