José Luis Rodríguez Zapatero siempre será recordado por su largo periplo ante los medios sin pronunciar la palabra crisis. El expresidente del Gobierno realizó durante mucho tiempo un complejo ejercicio de omisión de una palabra que podría generar un impacto mediático y social muy negativo para el ejecutivo socialista. La crisis era una realidad, pero nadie hablaba de ella de manera directa.
La premisa por parte del equipo de Comunicación de La Moncloa era clara. La palabra crisis no existía en el diccionario de los miembros del PSOE. El riesgo de perder votantes o de situar a España en el punto de mira de la economía internacional obligaba a ello. Una situación que llevó a Zapatero a organizar sus discursos e intervenciones públicas en torno a cualquier tipo de eufemismo que evitase pronunciar esas seis letras ‘prohibidas’.
Por no hablar de los famosos “brotes verdes” del Gabinete del propio Zapatero, el “crecimiento negativo” de Pedro Solbes o las “indemnizaciones en diferido” de María Dolores de Cospedal, que constituyen otros ejemplos de los eufemismos más famosos de la última década. Pero el que tampoco se queda atrás es Mariano Rajoy y así lo volvió a demostrar este miércoles en su intervención en el Congreso de los Diputados.
El presidente de Gobierno comparecía ante la Cámara Baja para dar explicaciones sobre sus responsabilidades en torno a la financiación ilegal del PP liderada por el extesorero del partido Luis Bárcenas. El caso Gürtel volvía al Congreso, pero Rajoy se encargó de no pronunciar en ningún momento de su discurso las palabras Bárcenas o Gürtel. Y la tarea no era fácil, porque la comparecencia se extendió durante horas, aunque los eufemismos fueron numerosos. “La materia que hoy nos ocupa”, “relacionadas con el mismo”, “estas cuestiones”, “mismos asuntos” fueron sólo algunos de los conceptos utilizados por Rajoy en la jornada de ayer.
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