La calidad de vida y la participación activa de los pacientes en la elección de sus tratamientos son dos cuestiones que han cambiado radicalmente el tratamiento de la esquizofrenia con respecto a otros tiempos pasados. Las personas con esquizofrenia participan más activamente de su enfermedad y mantienen un diálogo con sus psiquiatras para seleccionar la terapia farmacológica más indicada en cada caso.
En el marco del XX Congreso Nacional de Psiquiatría celebrado recientemente en Barcelona, y al que han acudido más de 1.200 personas, ha tenido lugar el Simposio ‘Nuevos Tiempos para la práctica clínica’, con el patrocinio de Janssen, para tratar precisamente esos ‘nuevos tiempos’ en el abordaje actual de la esquizofrenia.
Se calcula que en España unas 400.000 personas están diagnosticadas de esquizofrenia[i], un trastorno mental en el que la adherencia al tratamiento es clave para prevenir las recaídas y permitir la recuperación a largo plazo de las personas que la padecen.
“En la actualidad, los tratamientos de larga duración son una apuesta segura para garantizar la estabilidad clínica de los pacientes con esquizofrenia”, señala el Dr. Clemente García, psiquiatra de la Unidad de esquizofrenia del Hospital Clínic de Barcelona y uno de los participantes en el simposio. Estos nuevos fármacos, que permiten intervalos de administración más prolongados a lo largo del año, “disminuyen notablemente la necesidad de recordar diariamente el tratamiento oral, mejoran el perfil de efectos secundarios y permiten una seguridad en el control de la sintomatología”.
Por su parte el Dr. Adrián Neyra, psiquiatra del Programa de Atención Integral a las Psicosis en Patología Dual en el Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín (Las Palmas de Gran Canaria), añade que “los nuevos tratamientos han mejorado principalmente en dos factores a los anteriores: menos efectos secundarios y menos administraciones”. De este modo, el hecho de necesitar menos administraciones reduce el estigma percibido del paciente, lo que ayuda de forma evidente a que pueda recuperarse e incorporarse a una vida normalizada más allá de padecer una enfermedad, señala el Dr. Neyra. “La comodidad de los nuevos tratamientos da una mayor libertad al paciente a la hora de desarrollar áreas de su vida más allá de la propia salud y el control de síntomas”.
En el caso de los pacientes más jóvenes, recuerda además el Dr. García, existen algunas diferencias que obligan necesariamente a los especialistas a “abordar abiertamente las distintas opciones terapéuticas con el paciente”. Así, se trata de pacientes con alto grado de conocimiento ‘on line’ (activos en redes sociales y con acceso a información científica en Internet) con los que es necesario poder establecer una alianza terapéutica duradera basada en una explicación realista y crítica de los diferentes tratamientos, detalla el Dr. García.
La Dra. Paz Garcia-Portilla, catedrática de Psiquiatría de la Universidad de Oviedo, apunta por su parte los múltiples los factores que influyen en la elección de un tratamiento antipsicótico. “De todos ellos, yo destacaría como principal el riesgo reconocido de falta de adherencia al tratamiento en los primeros años de evolución de la enfermedad con la consiguiente recaída y aparición de un segundo episodio psicótico en la mayoría de los casos, y las consecuencias negativas para la vida de las personas que padecen este trastorno”.
Por ello subraya que “los antipsicóticos de larga duración se proponen como uno de las intervenciones de primera línea en el tratamiento ya desde las fases iniciales del trastorno” y afirma que “la elección del antipsicótico debe ser una decisión compartida con los pacientes respetando sus preferencias y temores en cuanto a efectos secundarios que la medicación pueda tener”. La especialista del Centro de Investigación en Red en Salud Mental, Cibersam, destaca que “siempre que no exista ‘falta de conciencia de enfermedad’, un síntoma característico de la esquizofrenia, se debe pactar un plan de tratamiento a medio plazo que permita prevenir la aparición de nuevos episodios psicóticos y, consecuentemente, recuperar el ritmo de vida previo a la aparición del trastorno”.
En este sentido, el Dr. Neyra recuerda que “la Organización Mundial de la Salud ya recomienda desde hace años que los pacientes en Psiquiatría sean informados y puedan tomar decisiones sobre su tratamiento”. La gran mayoría de pacientes tienen como fuente de información principal a su psiquiatra, que debería intentar no poner barreras a la capacidad del paciente de decidir en base a la información disponible. Varios estudios de investigación -asevera el Dr. Neyra- han confirmado que la capacidad de decisión del paciente debe ser potenciada y que está directamente relacionada con una mayor satisfacción con el tratamiento. “Lo más importante de todo ello es que un paciente satisfecho se beneficia más de los cuidados de salud y se muestra más adherente al tratamiento”, concluye.