A nadie se le escapa que las listas de espera quirúrgica son un lastre para los usuarios del sistema sanitario público, pero también para los políticos. El aumento del tiempo que espera el paciente para ser operado siempre conlleva una avalancha de críticas y acusaciones tanto por parte de los pacientes como de los partidos de la oposición. De ahí que muchos consejeros intenten suavizar los datos; a veces, incluso para justificar lo injustificable. La comunicación aquí es clave. Una buena estrategia puede ayudar a que nadie salga mal parado o, al menos, con la reputación lo menos dañada posible. Pero una mala estrategia puede generar una polémica sin precedentes.
Es lo que ha ocurrido en Extremadura. El Servicio Extremeño de Salud se enfrenta a la peor crisis de los últimos años. ¿El motivo? Unas frases que aparecen en el II Plan de Listas de Espera que aparece colgado en la web ExtremaduraCumple.es, una plataforma creada por el actual equipo político de Gobierno para dar fe a la población del cumplimiento de los compromisos de su agenda electoral. Este plan, que consta escasamente de cinco páginas, cuenta con una inversión de 19,7 millones euros. Pero no es la extensión la que ha levantado la polémica.
En él se incluye un texto introductorio en el que se afirma que estas listas son “un instrumento que actúa sobre la oferta de recursos sanitarios, pero también pueden actuar sobre la demanda, al ser un mecanismo desincentivador en aquellos casos que el beneficio esperado es marginal y en los que el paciente dispone de recursos económicos suficientes para acceder al sector privado. También permiten en ocasiones que algunas condiciones clínicas mejoren y además ofrecen a los pacientes un periodo de reflexión para decidir si realmente quieren operarse”.
Este texto ha sido el detonante por el cual se ha pedido la dimisión de José María Vergeles, consejero de Sanidad y Políticas Sociales en Extremadura. También ha generado duras acusaciones por parte de los usuarios del sistema de salud extremeño, que no han reparado en calificarlo de “insultante”, “desproporcionado” y “ofensivo” a través de sus perfiles en redes sociales.
La respuesta del Gobierno de Extremadura ante la polémica
El Servicio Extremeño de Salud ha tardado más de 10 días en lanzar una nota pública para suavizar la crisis. Y su defensa ha sido la denuncia. Aseguran que existe una “campaña de infundio contra la sanidad pública que pretende hundir la credibilidad de los ciudadanos en su derecho a la asistencia sanitaria universal y gratuita. Ante este ataque deliberado e insultante, el SES se ve en la obligación de ponerlo en conocimiento de la opinión pública”.
En esa lista de agravios y noticias falsas contra la sanidad pública, destaca la manipulación deliberada de un texto introductorio al I Plan de Listas de Espera del SES presentado en la Asamblea de Extremadura en 2015, y que forma parte de muchas reflexiones científicas de la bibliografía universal sobre listas de espera, sin ser una medida ni una declaración de intenciones. “Es también notoria la intencionalidad de la campaña por el hecho de manipular políticamente un párrafo de 2015 en estos momentos, dando incluso credibilidad a que el responsable de la consejería haya pronunciado esa frase”, explica el SES. Y lamenta que, “al parecer, nadie de los acusadores se ha molestado en leer completo este documento público con las medidas reales que contiene y que ha logrado reducir un 30 por ciento las listas de espera y un 27 por ciento las reclamaciones por incumplimiento de la Ley de Tiempos de Respuesta”.
¿Permitirá esta maniobra del actual partido político acabar con toda la polémica o ha ayudado a remover las cenizas cuando la opinión pública estaba empezando a calmarse? ¿Han llegado demasiado tarde como para apaciguar los ánimos de todos los pacientes que han accedido al documento y han manifestado su descontento?
Los profesionales sanitarios opinan
Los profesionales que trabajan en el sistema sanitario no han podido evitar dar su opinión al respecto. Lamentan que el contenido del texto “intenta justificar lo difícilmente justificable”. Insisten: “No es políticamente correcto, pero sanitariamente tampoco”. Y es que, recuerdan que las listas de espera surgen cuando la demanda de servicios supera la oferta de recursos asistenciales. En este sentido, consideran que está fuera de lugar el hecho de comparar las listas de espera de todos los sistemas sanitarios de financiación pública: “No nos comparamos con la excelencia, sino con la mediocridad. Eso no debe estar en una organización que tienda a la excelencia. Está totalmente fuera de lugar”.
Otro de los errores que señalan los profesionales sanitarios es referirse a las listas de espera como una herramienta y no como un síntoma del fracaso del sistema. “El que un político justifique las listas de espera como una herramienta gestora positiva, supone que, si fallan los sistemas de alerta ante una patología quirúrgica no demorable, como puede ser una cirugía oncológica, el paciente se vea sometido a una espera que puede condicionar gravemente su salud y su vida. Porque hay mecanismos para saltarse las listas de espera según la urgencia quirúrgica, pero esos sistemas no son infalibles”.
No menos importante es el criterio clínico necesario a la hora de incluir a un paciente en lista de espera quirúrgica. Hablamos de patologías quirúrgicas, para las que el único tratamiento posible es operar y que, por mucho que pase el tiempo, no se curan por sí mismas. Son problemas de salud para los que el cirujano ha planteado una cirugía porque existe una intervención quirúrgica que le puede dar solución a su problema de salud. Esta indicación quirúrgica no se realiza ni por capricho ni por insistencia del paciente, se rige por el criterio clínico. Ante la indicación clínica de practicar una cirugía, el paciente tiene la última palabra, pero la negativa a operarse no tiene base científica alguna. En la mayoría de los casos, el paciente prefiere aguantar el dolor por miedo a entrar al quirófano.
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