Pablo Iglesias e Irene Montero seguirán en sus puestos. Así lo ha querido la militancia que ha participado en la consulta que ellos mismos impulsaron. Sin embargo, la crisis de comunicación desatada tras la compra de un chalet de 600.000 no ha pasado en balde para los dirigentes, y con toda probabilidad afectará al conjunto de la formación morada, que ya ha sufrido el castigo de su propia militancia. Y es que, Montero e Iglesias han tenido el respaldo del 68,42% de los participantes, pero un 31,58% considera que ambos políticos deben abandonar la formación.
Esta cifra, porcentualmente hablando, supone un rechazo mayor a Iglesias que el que obtuvo en Vistalegre II, donde el dirigente morado recibió el apoyo del 89% de los votos. Ahora, el 30% lo quiere fuera del partido, añadiéndole un detalle determinante: ninguna facción ha hecho campaña contra Iglesias. Al contrario, las campañas que se han puesto en marcha han sido para apoyar al dirigente, solo los Anticapitalistas han hecho campaña por la abstención, algo que a todas luces no ha funcionado. La participación ha sido récord superando también Vistalegre II, habiendo votado el 38,5% del censo.
Sin embargo, a pesar de haber movilizado a 188.176 inscritos, las consecuencias han sido solo relativamente buenas para Iglesias y Montero, ya que esta alta participación no se ha traducido en más apoyos. Es decir, la gente se ha movilizado para votar a favor, pero también para votar en contra. La pareja de políticos se salva así también de la dimisión por baja participación, pero han dejado en evidencia algo que puede ser incluso peor para el partido a largo plazo: si no puedes convencer al 30% de los inscritos que te han votado, ¿cómo vas a convencer el resto de votantes?
Esta torpe maniobra política en Podemos deja al descubierto las enormes divisiones internas de la formación, no solo en los niveles altos del partido, sino también entre las bases. Iglesias y Montero han sido víctimas de su propio discurso, construido a base de simbolismo y llamadas a la ejemplaridad. Cuando basas tu oposición en la ‘política del gesto’, los gestos cuentan, y que Iglesias y Montero se hayan comprado un chalet de 600.000 euros en Galapagar es un gesto que sus votantes no entienden, sobre todo porque en el pasado, dicho gesto era reprobable para otros políticos. Quizás ahora la formación considere la opción de fichar a un responsable de Comunicación que diseñe su estrategia de forma profesional.
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