La crisis institucional en la que está envuelta RTVE tiene consecuencias más allá de los despachos. La situación que vive la Corporación está dañando su credibilidad en materia informativa, sí, pero también está perjudicando al resto de sus contenidos. La indefinición que rige su línea editorial en el terreno del entretenimiento se suma a la nula táctica de promoción de TVE, consiguiendo eclipsar grandes productos por errores estratégicos.
El mejor ejemplo de esta debacle es La otra mirada, la serie protagonizada por Macarena García y Cecilia Freire. La ficción narra las aventuras de un centro de enseñanza de los años 20 que vive aferrado a las tradiciones propias de una capital de provincia de la época. Todo este universo se tambalea con la llegada de una nueva profesora que viene con un objetivo secreto relacionado directamente con la academia. En definitiva, La otra mirada representa el viaje de un grupo de mujeres en busca de su propia voz.
Pese a ser uno de los proyectos del ente público más aplaudidos de los últimos tiempos por la crítica, la audiencia no ha acompañado a la serie, que ha anotado un 9,4% de cuota de pantalla de media en sus primeras seis entregas. Las razones del éxito o el fracaso de un producto suelen ser múltiples y, a veces, inexplicables pero, en este caso, se puede establecer una relación entre el tratamiento que TVE ha dado a La otra mirada y su funcionamiento en audiencias.
TVE anunció el lanzamiento de la serie de una forma discreta, sin gran pirotecnia, como si fuera un producto más y no una ficción necesaria en un momento donde el feminismo ha comenzado a concienciar a la sociedad de lo grave de la situación. Esto es un error absoluto en un sector como el televisivo, que carece de cualquier atisbo de paciencia, donde las cadenas tienen un único disparo para acertar y en el cual la trepidante actualidad convierte lo sucedido el día anterior en pasado pisado.
La elección de lanzar La otra mirada en la noche del miércoles tampoco fue la más adecuada. La ficción ha tenido que competir contra rivales tan destacados como Factor X o Supervivientes, además de verse las caras con potentes productos de ficción de la talla de La catedral del mar o Fariña. Quizás el martes, un día donde la competencia no es tan fuerte y en el cual no tendría que rivalizar con ninguna serie, hubiera sido una mejor opción.
Es una pena que una serie tremendamente cuidada en el plano técnico y narrativo, con una temática absolutamente actual y con unas interpretaciones en estado de gracia haya sido maltratada por TVE, que no le ha otorgado la promoción ni la atención que merece. Y lo más grave de esta situación es que La otra mirada no es una excepción, sino un ejemplo más de la falta de respeto con la que la Corporación trata a sus series.
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