El verano está a la vuelta de la esquina y muchas producciones llegan a su fin. Anoche le tocó el turno a Fugitiva, que cerró su primera (y, casi con toda seguridad, única) temporada tras un paso por la parrilla que ha resultado indiferente tanto a la crítica como al público. La serie de La 1 cosechó un mal 8,5% de cuota de media, perpetuando la mala racha de TVE con la ficción en los últimos tiempos.
Fugitiva comenzó su andadura con un 10,3% de share y 1.748.000 espectadores, números tibios pero aceptables. A partir de ahí, la serie comenzó una cuesta abajo sin frenos en la que, cada semana, se fue dejando audiencia, hasta caer por debajo del 8% de cuota. El segundo capítulo de la ficción vaticinó el negro futuro que le esperaba al nuevo proyecto de Paz Vega, ya que perdió 1,3 puntos y 288.000 televidentes en solo siete días.
Lejos de estabilizarse, la serie continuó con su descenso, perdiendo espectadores y cuota en cada emisión. Solo fue capaz de cortar esta sangría con su episodio final, que remontó ligeramente y enganchó a 1.372.000 personas, lo que se tradujo en un 8,5% de share. Esta subida le permitió imponerse a las ofertas de Antena 3, laSexta y Cuatro y escalar hasta la segunda plaza.
Su final ratifica el mal tino de TVE con las series, ya que, más allá de Cuéntame, Estoy vivo es la única ficción que le ha funcionado a La 1 en los últimos años. Con los datos en la mano, se confirma que Fugitiva no era una buena apuesta, algo que se podía vislumbrar desde el principio. Su principal error fue jugárselo todo a una carta, el reclamo de Paz Vega, y, en un mercado tan volátil como es el seriéfilo, no tener ningún elemento diferenciador ni potente que consiga diferenciarte de tus competidores es cavarte tu propia tumba.
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