La tecnología de la cadena de bloques transformará la forma de comunicar gracias a un modelo basado en la descentralización y la confianza
Por Deborah Gray, fundadora y directora de la agencia Canela PR
Si hay una tecnología que está llamada a acaparar titulares en los medios de comunicación durante este 2018, sin duda es el blockchain. La tecnología de la cadena de bloques ha dejado de ser territorio específico del sector financiero y sus aplicaciones se están extendiendo a todas las actividades: tecnología, e-commerce, energía, servicios, etc. Por supuesto, la comunicación y las relaciones públicas tampoco van a quedar al margen de la llamada Blockchain Revolution.
¿Pero qué es exactamente el blockchain y por qué está destinado a cambiar la forma de trabajar en prácticamente todos los sectores? Como es sabido, la tecnología de cadena de bloques surgió con el desarrollo del Bitcoin, la moneda virtual nacida en 2009 que ha llegado a acumular un valor de más de 300.000 millones de dólares en todo el mundo, a pesar de no contar con el respaldo oficial de ningún gobierno ni autoridad financiera. ¿Cómo es posible?
El éxito del Bitcoin consiste precisamente en que se basa en la llamada tecnología de cadena de bloques o blockchain. Estas cadenas forman una base de datos distribuida en la que todos los bloques de datos se validan entre sí y no se pueden modificar después de su creación. Por lo tanto, no existe un registro central que se pueda controlar, manipular o alterar. Esta autonomía, descentralización y fiabilidad son las claves que han logrado que el blockchain esté presente en cada vez más sectores. Y harán que sea fundamental también en la comunicación.
Usos del blockchain en la comunicación y las RR. PP.
Es normal que, en el momento actual, nos cueste entender o incluso intuir las aplicaciones que puede tener la tecnología de la cadena de bloques en sectores como la comunicación o las relaciones públicas (al igual que era difícil adivinar el impacto de Internet o el Big Data cuando esas tecnologías acababan de surgir). Tal vez resulte más fácil verlo con ejemplos concretos.
Un primer uso especialmente interesante del blockchain es la verificación de la información que se difunde en Internet. Actualmente existe un gran debate sobre las fake news y el impacto que están teniendo en la credibilidad de los medios de comunicación, las plataformas de redes sociales y la comunicación de las marcas. Gracias al blockchain, los usuarios podrán verificar de inmediato la autenticidad de una información y su procedencia. No habrá sitio para bulos, rumores, noticias falsas o manipulaciones, porque se podrán desenmascarar con un solo clic.
Del mismo modo, el blockchain supondrá un gran avance en la protección de la propiedad intelectual, un aspecto que preocupa tanto a los consumidores como a las marcas. Como los registros de la cadena de bloques son imposibles de manipular, se podrá comprobar fácilmente si una oferta, un producto o una página web son realmente genuinos y han sido autorizados por la marca correspondiente (o se trata de falsificaciones, mercado gris, etc.) Esto aumentará la confianza en las compras online y supondrá un nuevo impulso para el comercio electrónico.
En tercer lugar, el blockchain permitirá la supresión de intermediarios entre los emisores y los receptores de las campañas de comunicación. Las marcas (o las agencias que gestionen las campañas en su nombre) podrán pagar directamente a los usuarios a cambio de que vean sus mensajes y tendrán la certeza de que cada euro invertido se traducirá en un impacto real y cuantificable. Se acabó lidiar con falsos influencers o portales con cifras de tráfico hinchadas. Tampoco será necesario pagar a compañías como Facebook o Google para que muestren a los usuarios online contenidos de marketing que han sido generados por las propias marcas.
Una cuarta aplicación interesante de la tecnología de la cadena de bloques es que permitirá una relación más directa con los comunicadores (periodistas, bloggers, prescriptores, etc.). Por un lado, las marcas y agencias podrán enviar sus notas de prensa y contenidos de marketing directamente a listas de comunicadores verificadas y segmentadas con todo detalle. No hará falta realizar envíos masivos por correo electrónico a direcciones casi anónimas. Por el otro lado, los comunicadores podrán crear contenidos y venderlos de forma directa a los usuarios, que les remunerarán mediante criptomonedas a cambio del acceso a la información.
Finalmente, el blockchain también mejorará la protección de la privacidad de los usuarios. Su presencia online se concretará en un identificador digital que posibilitará a cada usuario decidir con qué empresas o páginas desea compartir sus datos personales. Cuando navegue en Internet, el usuario también podrá bloquear automáticamente toda la publicidad online excepto la que haya autorizado. Y si alguna empresa encuentra la forma de burlar esta protección, dejará un rastro en los registros de bloques de datos que permitirá identificarla y denunciarla.
¿Ciencia ficción o una realidad palpable? Todas las aplicaciones del blockchain mencionadas en este artículo existen y están en funcionamiento en la actualidad mediante plataformas que usan la tecnología de cadena de bloques como Publiq, Monegraph, BAT, Mavin, Steemit… Son solo algunos ejemplos de cómo esta innovación será capaz de transformar la industria de la comunicación y las relaciones públicas. La revolución del blockchain apenas ha empezado.