Anoche, Chester guardó el sofá en el desván y cerró su séptima temporada con la visita de Leticia Dolera y Santi Vila. La octava entrega del programa se saldó con un 7,5% de share y 1.150.000 espectadores, un buen dato que no le sirvió para superar a El objetivo. Pese a su buen funcionamiento, la séptima temporada ha pegado un bajón con respecto a su predecesora, logrando una media de 1.326.000 televidentes y un 7,5% de cuota, lo que supone un descenso de seis décimas y 231.000 personas con respecto a la tanda anterior.
Irene Montero, Javier Ambrossi, Javier Calvo o Andrés Iniesta son algunas de las personalidades que han pasado por el sofá más famoso de la televisión. El futbolista fue el que mayor audiencia otorgó al formato, que con su accidentada visita atrapó a 1.748.000 espectadores y un 9,4% de cuota de pantalla. En el otro lado de la balanza está la pareja de cineastas, que protagonizó, junto a Enrique San Francisco, la entrega más floja de la temporada. Su episodio, titulado Talent, se tuvo que conformar con 1.066.000 televidentes y un 5,9% de share, el dato más bajo desde la vuelta de Risto al formato. El capítulo, emitido el pasado 6 de mayo, se vio lastrado por el enfrentamiento liguero entre Real Madrid y FC Barcelona.
Las buenas cifras obtenidas le han valido para competir de tú a tú con dos de los espacios más potentes de laSexta. Las tres primeras entregas de Chester se vieron las caras con Salvados, que finalizó la temporada de capa caída y perdió dos de los tres enfrentamientos. Tras la finalización del programa de Jordi Évole, Risto Mejide pasó a tener como rival a El objetivo, que vengó a su compañero de cadena, venciendo en tres de los cinco duelos.
La séptima temporada ha mostrado las dos caras del programa. Por un lado, Chester se ha reafirmado como un formato consolidado, con un Risto Mejide en plena forma y con una interesante y variada colección de invitados. Por otra parte, el espacio debe tomarse un descanso ya que ha emitido tres temporadas en apenas 18 meses y le ha comenzado a pasar factura en las audiencias. Además, la cadena debería replantearse volver a la estructura primigenia, que tantas alegrías le dio, y recuperar la esencia de una charla íntima en la que el invitado se deconstruye ante el publicista. Sea como fuere, no tiren el sofá a la basura porque a este Chester le queda cuerda para rato.
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