Un año más, Joaquín Prat toma el relevo de Ana Rosa Quintana y se pone al frente de El programa de verano. El presentador coge las riendas del espacio matinal tras una temporada brillante a nivel de audiencias pero con muchos movimientos extraordinados, como el cambio de productora o la elección de Màxim Huerta como ministro de Cultura.
A finales de 2017, Unicorn Contents se hacía con la producción de El programa de AR, lo que significó que Ana Rosa Quintana pasaba a ser únicamente presentadora. “Se nota porque los compromisos que Ana Rosa arrastraba de la productora le ocupaban toda la tarde, se ha quitado un peso de encima”, asegura Prat, que ve a la comunicadora “más relajada en el rictus, en la forma de andar, en lo físico”.
Joaquín solo tiene buenas palabras hacia Quintana, con la que dice que es “muy fácil trabajar”. “Siempre digo lo mismo: llevo 10 años en el programa y no he escuchado jamás un grito suyo. ¿Quién puede decir eso de una jefa? Yo mismo lo he hecho y enseguida piensas ‘si no lo hace la dueña del cortijo, no lo hagas tú’”, señala. El comunicador vuelve a ser el encargado de conducir El programa de verano, algo que no le da miedo porque el espacio “es una máquina totalmente engrasada, es alucinante el nivel de profesionalidad de mis compañeros”.
Otro de los momentos más sonados de la temporada vino a raíz del nombramiento y posterior destitución de Màxim Huerta, expresentador de El programa de AR, como ministro de Cultura. “A Max le deseo lo mejor. Siento que haya sido así. No he hablado con él, le mandé un mensaje pero entiendo que necesita tiempo y espacio para situarse. Yo creo que hizo bien en dimitir pero pienso que no se merecía esto”, confiesa.
Explica lo que sucedió con José Antonio Camacho
Joaquín Prat se convirtió en uno de los protagonistas del Mundial tras presentar Ahora, la Mundial, el intento de Mediaset de crear su propio Chiringuito para aprovechar las audiencias de los partidos de España. En su primera y única emisión, la tertulia vivió el sonoro desplante de José Antonio Camacho, comentarista de los encuentros, cuando el propio Prat le pidió intervenir.
“Lo de Camacho no lo vi, me enteré después a través de las redes sociales. Habría que preguntarle a él porque se quita los cascos y hace ese gesto. No sé si era porque estaba cansado, porque le entraba muchos audios por los auriculares o porque, sencillamente, no le apetecía. Yo he vivido muchas situaciones así, gente que entra a un programa y dice algo inconveniente o tiene un gesto de desprecio y tienes que capearlo de la mejor manera posible”, explica, asegurando que no ha recibido ningún mensaje suyo. “Y tampoco lo espero”, apostilla.
Además de la polémica, el espacio se saldó con unos datos de audiencia muy lejos de lo esperado, por lo que no tuvo continuidad en el tiempo. “Sabíamos que el recorrido que iba a tener dependía de la audiencia. No ha funcionado, no hemos sabido conectar con la audiencia y ya está, es algo que pasa en televisión”, asume, destacando que “el programa se planteó como un experimento para intentar enganchar a la audiencia en el postpartido desde otra perspectiva”.
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